Prólogo

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En algún punto del tiempo...

—Dime, Máni —sonrió burlón—, ¿Qué se siente ser olvidada por los demás?

—Eso lo sabes mejor que yo, Fenrisúlfr.

El gran lobo negro gruñó con fuerza y se arrojó sobre la diosa que nada tardó en evitarlo. Estaba ganando aquella riña.

—Ellos te olvidarán, no lo dudes —. Gruñó con fuerza. El templo comenzó a temblar y el páramo, que antes estaba cubierto de flores y un gran cielo azul, hoy se había sumido en la oscuridad que el gran monstruo había dejado a su paso—. No significas nada para ellos, no eres más que un mito para todos aquellos a los que no cobijaste bajo tu manto celestial.

—Confío en el amor de mis hijos —ella le afirmó de inmediato. No estaba ni siquiera un poco temerosa—. Ellos son el reflejo de mi alma.

—Pues que negra es —rió. Su risa profunda resonaba entre las paredes del templo—. Ni siquiera entre ellos son capaces de demostrarse amor.

Fenrisúlfr estrelló sus patas delanteras contra el suelo y entre los dos se abrió un oscuro agujero del que de pronto salieron voces. Lamentos.

—Míralos, se arrastran como sucias cucarachas que no tienen otro propósito más que destruirse —se burló de su creación—, tus hijos no serían nada de no ser por mí. Mi sangre es lo que los hace fuertes, pero tú, tu sangre los hace miserables, vicerales. Les quitaste el poder lógico de su mente.

Máni miró al monstruo y negó.

—Ellos son humanos también, pueden cometer errores y los comprendo —negó con la cabeza—, los amo y eso no lo podrás cambiar jamás. Ni tú, ni nadie.

—¿Segura?

—Bastante.

—Entonces hagamos una apuesta.

Los colmillos de Fenrisúlfr jamás se mostraron tan blancos. Sus ojos rojos se mostraron llenos de emoción ante su juego contra Máni.

—Si te demuestro qué tan malos pueden ser, yo me quedaré en este lugar, lo convertiré en mi reino —. Se sentó frente a ella y levantó sus orejas—. Pero si ganas, volveré a los dominios oscuros y no saldré jamás. Incluso podrás mandar al mejor de tus soldados conmigo para asegurarte de que no saldré de ahí.

—No castigaría a nadie con tal abrumadora tarea —. Afirmó, pero ella también, tomó asiento en su trono—. Aunque es tentador lo que ofreces, no verte nunca más en mi páramo sería un regalo.

—¿Entonces es una apuesta?

Máni miró a la bestia, no le tenía miedo y sabía que podría ganarle con facilidad como siempre, sin embargo, también reconocía que él jamás se detendría hasta ver con sus propios ojos el poder que su creación tenía sobre el mundo.
Los hijos de Máni fluían con la cadena de la vida, contrario a los demonios, ellos aún tenían vida en sus cuerpos y podían hacer su voluntad con ella.

Algo que Fenrisúlfr no podía controlar.

—Está bien —Máni sonrió. Ya tenía un plan en marcha—. Pero yo elegiré a mis soldados.

—¿Y quieres sacrificarlos en este juego? —Fenrisúlfr sonrió sarcástico. Tenía la impresión de que ella era muy tonta para mandar a lobos débiles contra el gran monstruo de la oscuridad—. Está bien, disfrutaré comiendo sus almas mientras tú miras desde las lejanías oscuras.

Máni asintió y puso su mano en su corazón.

—Primero, júralo.

Fenrisúlfr mostró sus colmillos.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt