Capítulo Once: Primera Cacería

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Maya

—¡Al fin!

Estiré mis brazos al aire y sonreí. Había extrañado demasiado el estar en medio del bosque sintiendo un aroma a tierra húmeda y el agua de lluvia sobre mi rostro. En realidad, yo vivía en la selva, así que era un poco similar por la humedad del ambiente.

Casi me sentía en casa.

—No puedo creer que hayamos estado encerrados en ese lugar por días —miré a Nalu—, ¿No te gusta sentir la lluvia en la cara, Nalu?

—Se ve divertido, cariñito —. Sonrió levantando un pulgar.

Él y Argus estaban bajo un árbol cubriéndose de la lluvia igual que unos ancianos que no gustaban de divertirse bajo una lluvia pasiva.

—¿No te gusta el agua? —. Creo que ahora veía la primera diferencia entre los dos.

—Pierdo el rastro con facilidad —negó Nalu y movió su nariz—, necesito estar seco para percibirlo o de lo contrario puedo confundirme con facilidad. El más perceptivo de los tres es Baruk, tiene un olfato del demonio.

Nalu sonrió con la ironía de lo que había dicho.

—Un lobo regularmente puede perder el rastro con una lluvia así.

Miró al cielo, bueno, estaba algo fuerte la lluvia pero no era para tanto.

—Un jaguar no —. Sonreí.

Me incliné y toqué la tierra con mis manos para llevar un poco cerca de mi nariz. Tenía que reconocer desde ahora lo que me estaba rodeando para poder diferenciarlo del aroma que tenía que seguir arduamente, sólo así se atrapa a la presa y cumples con la misión.

Reconociendo tu entorno.

—Muchos aromas son nuevos —moví mis orejas—, pero reconocería esas pisadas en cualquier lugar. Es un animal enorme.

—¿Cariñito? —. Nalu preguntó.

—Puedo sientirlo —. Cerré mis ojos para concentrarme en la intensidad de las vibraciones en el suelo.

Nalu podía sentirlo también, estábamos cerca de aquel animal y de verdad me daba gusto saber que sería mi primer cacería con mi hombre.
En casa, se acostumbraba a que la pareja recién casada cazara comida para ambas familias por una semana, eso demostraba su nivel de confianza y fuerza. Aunque bueno, yo me tuve que saltar unos pasos con Nalu.

Nada importante en realidad.

—Siente —miré a Nalu. Ambos se inclinaron para poner su mano en la tierra—. Se mueve cuando ese animal pisa el terreno, es sencillo sentirlo aún sin tener su olor. Sólo debes seguir la fuerza con la que lo sientes y lo vas a hallar.

—Es sencillo —. Argus asintió.

—Así que eso se siente —Nalu sonrió. Estaba emocionado—. No tenía idea de que eso se sentía también en la tierra húmeda.

—Es fácil cuando te acostumbras —asentí al ponerme de pie—, en casa siempre llueve durante un mes entero o dos, eso nos enseña a cazar incluso en las circunstancias más difíciles y peligrosas para cualquiera.

—Esto nos va a servir en la manada de Sirhan —. Argus me miró—. También es selva y supongo que lo vamos a visitar en la profundidad de ella, donde no sabes si es de día o noche. Es mejor preparar nuestros sentidos desde ahora.

—Entonces tendremos el terreno de nuestro lado —asentí—, lo demás será sencillo, un lobo no es igual a un jaguar; nosotros tenemos más flexibilidad y ustedes un mejor olfato. Ya veremos quién se desarrolla mejor.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Where stories live. Discover now