Capítulo Veintiocho: El Ángel Y El Hechicero

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Eros

Tener a Nora conmigo era como tener el cielo en mis manos, podía tocar las nubes con mis dedos y sentir la calidez del sol en mi espalda.
Su calor se unía al mío como una llama creciente que poco a poco se transformaba en un fuego intenso y violento que exigía crecer.  

Ya no era una chispa, era una llama.

—Eros... —. Murmuró al besarme.

Yo acaricié su nariz con la mía y sonreí.

—Te amo, mi ángel —susurré al verla. Sus ojos azules estaban perdidos ahora—. Eso nunca lo dudes, ni siquiera pienses que algún día no lo he hecho.

Besé el dorso de su mano.

—Te he amado toda mi vida.

—Mi Eros —. Sonrió.

Yo tomé su rostro entre mis manos y volví a besarla con fervor. Deseaba besar cada parte de ella, conocer todo su cuerpo y como el lobo posesivo que soy, marcarlo para que nadie más pudiera tocarlo.
Deseaba ser el último hombre de su corazón y, aunque sabía que así sería, daría mi mejor esfuerzo por ser cada día el hombre que mi ángel necesita a su lado.

—Ven conmigo —. Nora me jaló de la mano y sonreí al seguirla hacia la casa en medio de la isla en la que nos encontrábamos.

Sabía que el dominio de un arconte es igual a lo que hay en su corazón, sin embargo, me sorprendía que los sentimientos de mi Nora fueran tan preciosos cuando pensaba en mí.
No sabía que mi amor podía convertir todo esto en un paraje hermoso que nunca antes vi.

La casa era pequeña pero rodeada por miles de flores hermosas y coloridas que estaba seguro que alguna vez había visto. Recordaba algunas de ellas, no sabía por qué, pero estaba bastante seguro de haberlas visto en algún lugar antes.
La casa era blanca y tenía ventanas cristalinas, dejaban ver todo en su interior. Lo único que había en ese lugar era una cama gigante que si bien no se veía como tal, parecía un nido.

El nido de un ángel.

—Es aquí —. Sonrió al entrar a la casa.

—Lo sé —. Sonreí oliendo su cabello—. Huele a ti, es exquisito.

Mi lobo interior exigía salir, reclamar lo que por derecho le pertenece, pero trataba de mantenerlo a raya por ahora.

—Quiero controlar mis instintos pero no puedo hacerlo, mi ángel... —. Susurré en su oído mientras rodeaba su cintura con mis brazos—. No quiero lastimarte al marcarte, así que no lo haré. No esta vez.

—Eres mío, Eros —murmuró tocando mis dedos con los suyos—, y yo tuya, así que hazlo.

Hundí mi nariz en su cabello grabando ese aroma a pino, era enloquecedor para mí.

—Mi ángel.

Tomé su cintura con mis manos cuando comencé a besar su cuello con desespero. Me molestaba hacerle caso a mi instinto cuando lo que quería era ser gentil, pero Nora no me ayudaba mucho, ella estaba dispuesta a seguir hasta el final.
Quizá al ser un lobo joven y recién convertido, no podía controlarlo, pero haría que esto fuera especial para los dos.

—Quizá sea un lobo ahora —sonreí estirando mi mano hacia el techo—, pero sigo siendo tu hechicero.

Dejé que la magia fluyera en mí y convertí nuestro cielo azul en una noche de estrellas brillantes. Había deseado que mi ángel viera el cielo más hermoso en este momento, así que aprendí un hechizo que perfeccioné sólo para ella.

—Eros, es hermoso...

—Este es mi regalo para ti —murmuré viendo el cielo estrellado con auroras en él—, es lo que mi amor por ti me hace sentir.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Where stories live. Discover now