Capítulo Treinta Y Cinco: Nunca Te Dejé

638 81 25
                                    

Argus

—¿Están seguros de que esto va a funcionar? —Nora preguntó mientras tomaba la gema en su mano—, yo no he usado nunca esta cosa y no quisiera lastimar más a los chicos.

Estaba asustada, era evidente.

Fue por su gema que las cosas comenzaron y seguramente era por eso que se sentía responsable, sin embargo, no creía que fuera del todo cierto.
Estas cosas cambian, son distintas en poder y forma y estoy seguro de que no es verdad que Nora haya tenido una mala intención que hiciera que los demás enfermaran. Ella es la más obstinada de todos, era extraño verla temerosa de hacer algo.

Justo como ahora.

—Confía en ti —Baruk la alentó—, nosotros estaremos aquí para ayudar.

—Además Damien dijo que funcionaría, él conoce mejor las gemas que nadie hasta ahora —Romi puso su mano en su hombro—, ¿No deberíamos intentarlo al menos?

—Tienen razón —asintió tomando la mano de Eros quien yacía dormido—, lo haré, por Eros y los demás. Tengo que intentarlo.

Miré a la menor de los Hale acercarse al oído de mi hermano aún con la gema en su mano y de inmediato cerró los ojos para comenzar a pedir.

—Por favor, te ruego me lo devuelvas —susurró a la gema y después se acercó al oído de mi hermano. Esta vez lo miró—. Mi Eros, por favor, despierta.

Miré con atención a mi hermano pero él ni siquiera se movió con el susurro de Nora.

—Quizá si lo haces como una orden —Emdrick sugirió—, Damien dijo que Fred susurraba a sus oponentes como si se burlara, como si les diera una orden a sus marionetas.

—¿Quieres que insulte a Eros? —. Ella preguntó confusa.

—No, claro que no —negó de inmediato—, pero un poco más de firmeza no estaría mal.

—No se me da bien hacer algo así... —. Pensó en sus palabras pero es posible que ella nunca se diera cuenta de que de los hermanos Hale ella es la más mandona y de carácter más fuerte que incluso el mismo Baruk—. Está bien, lo haré.

Volvió a acercarse a Eros y esta vez sus ojos brillaron en un azul intenso.

—Despierta ya, Eros —le ordenó—, tienes que levantarte ya.

Mi hermano no se movió en nada y esta vez Nora no sólo encendió sus ojos, sino también el fuego en su mano hizo que la gema brillara cuando se molestó.

—Dije que te levantes, Romanoli.

Eros abrió los ojos asustado y de inmediato su respiración comenzó a acelerarse.

—Eros —. Nora lo abrazó con fuerza y vi su fuego apagarse de inmediato.

—Cielito... —Eros sonrió con sorpresa—, ¿Pero qué pasó? ¿Dónde estamos?

—En casa —Nora le sonrió—, ¿No la reconoces?

—Claro que lo hago —miró a Nora—, es sólo que tuve una pesadilla, una horrible pesadilla.

Nora rió.

—Soñé que me perseguías por toda la casa con tu lanza en la mano —rió avergonzado—, vaya, creo que se me pasó un poco la mano con la comida. Por glotón debí tener ese sueño loco.

Nora negó con la cabeza y yo reí tomando la mano de mi hermano alegremente.

—Tú de verdad estás loco —sonreí besando su frente—, no vuelvas a hacer eso, Eros. Nos han asustado.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Where stories live. Discover now