Capítulo Treinta Y Seis: Ojos De Fuego

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Argus

—Señor —. Un soldado hizo un saludo formal que sólo había visto que hacían con los soldados de alto rango. 

—¿Cómo es que todos te llaman así y no Sir? Tu rango en la casa imperial debería ser más grande que el naval —un chico rubio se acercó a mí y puso su mano en mi hombro—, descansa, soldado.

El soldado descansó y de inmediato fui arrastrado por el mismo chico para llevarme por todo el lugar como si yo fuera una gran personalidad.

—Mira esto, Kolin —sonrió mirando a todos hacer una reverencia cada vez que yo pasaba frente a ellos—, todos nuestros amigos han venido a visitarte y tú a penas y sonríes un poco, ¿Qué acaso esta multitud no te hace feliz?

—Si te soy honesto aún no descubro la felicidad que esto podría brindarme —. Murmuré mirando a mi alrededor.

—Vaya, sí que estás perdido —rió tomando una copa de la mesa y me la entregó después—, vamos, diviértete un poco. No siempre debes mantener esa cara de póquer.

—Refresca mi memoria, ¿Quién soy exactamente?

—¿Acaso quieres que tu mejor amigo te idolatre? —. Sonrió mientras negaba—. Está bien, Sir Gustav Kolin II, contraalmirante del escalafón naval ruso e hijo de sir Kolin I.

¿Sir? ¿Eso no era un título noble?

—Soy su leal sirviente, guión mejor amigo —hizo una reverencia y después me empujó levemente. Parecía muy familiar en cierta manera para mí—. Nos vemos después, Kolin, y por favor...

Hizo una mueca.

—Cambia esa cara, parece que estás en un funeral en lugar de tu fiesta de cumpleaños —sonrió levantando la mano—, esta es una noche increíble para ti.

—Eso me dicen... —. Susurré cuando me dejó a solas.

Cuando giré mi rostro pude ver a todos mirarme con una sonrisa, era sumamente extraño para mí ser el centro de atención en un lugar al que prácticamente no conocía de nada; así que cuando me sentí algo atrapado, bebí de mi copa y busqué la primera puerta que me sacara de este lugar.

—Dioses... —. Suspiré cerrando la puerta a mis espaldas.

Me encontraba en un salón nuevo. Pude ver algunos cuadros gigantes colgados en las paredes que me dieron más o menos una idea del lugar en el que estaba, sin embargo, nada de esto estaba en mi memoria vieja ni en la nueva, es decir, ¿Qué es lo que la gema quería mostrarme en este lugar exactamente?

—¿No soy muy joven para estar ahí? —. Murmuré mirando mi retrato.

Llevaba puesto el mismo uniforme que tenía ahora e incluso una capa roja en la espalda que sabía que denotaba nobleza. Ahora entendía algunas cosas con mayor profundidad.
No estoy en mi cuerpo sino en otro.

Esta es mi vida pasada.

La gema me había traído a un tiempo anterior, en donde mi vida era totalmente diferente a la que actualmente tenía. No llevaba encima un aroma distinto y tampoco me sentía tan fuerte como antes, al contrario, parecía más importante siendo el más débil de los seres vivos.

Soy humano.

No podía creer que tuviera una vida anterior, más bien, que mi rostro haya trascendido a otro cuerpo en el futuro y que este cuerpo fuera precisamente el de un humano. Era irreal para mí.
Me sentía prácticamente bien en este momento, no lo sé, era extraño sentirme cómodo viviendo una vida que ya no era la mía. Quizá demasiado bueno para ser cierto.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Where stories live. Discover now