Capítulo Nueve: Conversión

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Diederik

Miré con detenimiento a mi amo, él se notaba confundido y también tenía sus mejillas pintadas de un color rojizo. Últimamente lo veía tintar sus mejillas así. 

—Ya no me mires tanto a la cara, siento que me vas a hacer un agujero.

Yo desvié mi mirada de él y miré al frente de nuevo.

—¿Estás listo? —. Preguntó.

No sabía exactamente qué es lo que iba a pasar, pero sí, estaba listo si él me decía que era le momento.

—Sí, amo.

—¿Por qué me llamas así? —preguntó. Su tono de voz parecía un gruñido, ¿Estaba molesto?—. Llámame por mi nombre.

Volví a mirarlo.

—Pero mi amo no me ha dicho su nombre.

Él pareció sorprenderse, así que cuando golpeó su rostro con su mano supuse que había dicho algo que le molestaba.

—Perdón.

—No, está bien —sacó aire de su boca. Parecía cansado—. Me llamo Emdrick, soy Emdrick Von Shcneider.

—Que buen nombre —. En realidad sonaba casi igual al de un guerrero.

—Pero dime Em o Emdrick si quieres hacerlo —sonrió. Su boca hace una curva muy bonita—. Me gustaría que me llamaras por mi nombre.

Yo asentí.

—Sí, Em.

Pareció satisfecho con mi respuesta, pues no dejó de hacer aquella curva con su boca a pesar de que dejó de mirarme.

—¿Y bien? —volvió a tornarse severo cuando Eros apareció—, ¿Estamos listos?

—Claro —asintió el hombre con el cabello de fuego—, sólo estaba buscando un punto perfecto en el bosque y lo hallé.

Emdrick se puso de pie y yo también lo hice.

—Vamos, Diederik. Es hora de avanzar.

—Sí, Em.

Caminé siguiendo las huellas de sus pisadas y miré a mi alrededor con asombro, la tarde era muy bonita y el olor de la tierra húmeda me recordaba mucho a la cueva de los osos en la que solía vivir mientras ellos dormían.

—¿Dónde está Baruk?

Miré a Em hablar con Eros.

—Está patrullando la zona junto con Nalu, buscan que no haya intrusos ni sorpresas —Eros se veía preocupado—, ya sabes, hay que prevenir futuros incidentes.

Emdrick me miró y después volvió a mirar a Eros.

—¿Elegiste este lugar por tu cuenta?

—Por supuesto, recuerdo bien los nacimientos de la familia y supuse que tú estarías contento de que Diederik reciba tu don en un día así —. Miró al cielo—. Naciste en un día soleado.

Yo miré al cielo también, era cierto, el día brillaba.

—Sólo espero que nadie nos halle en este lugar.

—Tranquilo, elegí un escondite en el que tendrás la privacidad de hacerlo, además —Eros bajó su tono de voz—, estamos lejos del castillo. Nadie nos verá.

Miré de nuevo al frente cuando choqué con algo duro y después me detuve. Era la espalda de mi amo.

—Debes estar atento al camino, Diederik —. Emdrick se veía molesto.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Where stories live. Discover now