Capítulo Cuatro: Lazos de Hermanos

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Baruk

Ambos caminamos solos, el silencio entre los dos fue necesario, pues no había palabras para describir este momento. No teníamos nada que decir, el miedo, el terror; todo aquello había llegado a lo más profundo de nosotros desde ese día y no había manera alguna de decir que no nos sentíamos solos.

Ambos perdimos todo.

Al llegar a la casa de cristal, los guardias abrieron ambas puertas y nos dejaron pasar. Las escaleras de mármol y las figuras talladas en la pared de alguna manera me hicieron sentir seguro.
Tenía tantos recuerdos, tantas emociones, que no supe qué debía decir o hacer en el momento en el que me paré justo frente a aquella estatua de mármol blanco.

Era idéntica a él.

—Newton —. Murmuré.

En ese momento, fui consciente de la situación y me hice fuerte a pesar de que quería llorar.

—Newt no pudo llegar jamás a este lugar después de que fuimos exiliados —Byron comenzó a hablar—, recibí ayuda para volver a Månen, sin embargo, no pude traer a Newt conmigo. No con vida.

Yo miré a Byron.

—No sabes lo solo que me sentí al saber que tú, nuestros padres e incluso Newt me habían dejado —. Byron no lloraba, pero sus ojos se tornaron cristalinos, sabía cuánto le dolía—. Me sentía como una cucaracha volviendo a su nido, vacío, sin nada más por lo que debía pelear.

Apretó su mandíbula.

—Saber que Eridan y Newton murieron por mi culpa fue algo que no pude soportar.

—¿Eridan? —. Pregunté confuso.

Yo levanté mi cabeza y de inmediato miré a mi alrededor. En la tumba de los Hale estaban las cenizas y las estatuas de mármol de la familia, sin embargo, al buscar más a fondo, a lado de la estatua de Newton, justo tomando su mano, estaba la de Eridan.
Conocía bien ese aspecto, la recordaba como la niña genuina y risueña que nunca antes conocí. Verla me recordaba a Liv cuando se enfadaba.

Así que lo descubrí.

—Ella era la esposa de Newt.

Miré a Byron.

—¿Verdad? —pregunté—, ella es la mujer que murió con Newt cuando Ginger volvió por él.

Byron no dijo nada. Era verdad.

—¿Cómo? —negué varias veces—, Eridan era... Pensé que ella también había muerto el día del ataque de Ginger, no cuando...

Miré la estatua de nuevo, Eridan era toda una mujer y su mano cubría su vientre.

—No es cierto...

—El día que Eridan murió, yo no lo supe —negó Byron—, fue la bruja cazadora quien lo descubrió. Ella pudo conectarse un segundo con el alma de aquel bebé que Eridan llevaba en su vientre y le dio paz antes de irse.

—Fue solo un bebé —. Murmuré.

Estaba en shock. No sabía que Eridan y Newt habían tenido una vida juntos, ni siquiera que Bastian tenía un hermano, uno que había muerto a manos de su madre.

—Resulta que Ginger lo sabía y, cuando se dio cuenta, envenenó la mente de Newton para que él matara a su propia esposa y a su hijo —. Dijo con rencor—. Hizo que Newt destruyera todo lo que amaba y después... Sólo lo dejó morir en mis brazos.

Miré a Byron de nuevo y puse mi mano en su hombro.

—Hiciste lo que tenías que hacer.

—Maté a Newt, Naby... —lloró en silencio—, fui capaz de matar a toda mi familia con mis manos. Por mis errores.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Where stories live. Discover now