Capítulo Treinta Y Siete: Yumei

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Argus

—Espera —me puse delante de ella—, sé que esto se ve mal pero no puede ser verdad, ella no tiene nada que ver en esto. Lo sé. 

—¿Pero qué demonios estás diciendo, Kolin? —Edmond se molestó—, por supuesto que tiene todo que ver aquí. Su pueblo está atacando sin razón.

—Pero eso no quiere decir que ella esté metida en todo esto —negué de inmediato su acusación—, sin duda fue algo que no vimos venir pero ella no tiene nada que ver aquí.

—Es verdad.

Ambos dejamos de vernos y miramos a la chica detrás de mí.

—Él tiene razón —asintió con lentitud—, yo no vine aquí por una casualidad.

—¿Lo ves? —Edmond no bajó su arma en ningún momento—, ella lo sabía y está aquí para matarnos a todos. Lo sé.

—¡Ya cállate! —. Ordené.

No podía ser verdad, ella era una buena mujer, no podía ser real lo que ahora mismo estaba diciendo.

—¿Eso es verdad? —. Murmuré.

Ella no bajó la cabeza, no estaba avergonzada.

—Mi pueblo está sufriendo por esta guerra. Los bosques tiemblan y el mar comenzará a tornarse oscuro en poco tiempo por sus barcos —. Dijo con rencor—. Así que no nos quedaremos sin hacer nada, somos guardianes, protegemos a nuestra tierra de personas como ustedes que sólo desean hacerse reyes de un territorio que no les pertenece.

Me miró con seriedad.

—Pero yo no vengo del mismo clan que está atacando el puerto ahora, lo prometo —negó con la cabeza—, sólo tenía que encargarme de hundir algunos de los navíos. Es todo lo que me han mandado a hacer, la guerra que se ha desatado no es mi culpa.

—Si como no —gruñó Edmond—, no te creo nada.

—¡No, Edmond!

Tomé su mano con fuerza evitando que dispara en contra de ella y haciendo que la bala atravesara la ventana.
Tuvimos un forcejeo entre los dos y justo cuando me tiró al suelo volví a sentir el dolor de mi cabeza. Dolía tanto que tenía que cerrar los ojos por un momento.

—Argus...

No.

Alcanzaba a escuchar las voces de mis hermanos llamándome, pero todavía no era el momento de volver, tenía que pelear por quedarme a lado de ella.
No podía dejarla.

—¿Pero qué es lo que haces? —me empujó y de nuevo apuntó en su contra—, tenemos que matarla, Kolin. Ella iba a hacerlo contigo de cualquier forma, no te equivoques.

—¡No! —. Grité.

Me puse de pie de prisa y sentí como la bala atravesó mi hombro antes de caer sobre ella.

—¡Gustav!

La voz de Edmond se escuchó con fuerza, sin embargo, no pude prestarle atención cuando comencé a sentir demasiado dolor.

—Gus —ella me llamó—, Gus, mírame, por favor.

Abrí mis ojos para verla y le sonreí levemente.

—Estoy bien, Edmond siempre ha tenido una pésima puntería.

Ella levantó su rostro viendo a Edmond quien trató de acercarse, se notaba preocupado e incluso olvidó por un momento que él estaba muy interesado en matarla hace sólo un segundo.

Anata wa sore ni furenaideshou.

Sentí el calor de sus brazos y supe que esto no era nada bueno. No cuando sus ojos volvieron a tornarse naranjas.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang