Capítulo Ocho: Seré Tu Dueño

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Emdrick

—¿Cómo dices? —. Baruk me miró sorprendido. 

—Voy a convertirlo en mi igual esta misma noche —. Lo miré con seriedad—. Intenté hacerlo de la manera fácil, pero no tengo tiempo, necesito salvar su vida ahora.

—Escucha, sé que es difícil pero te arrepentirás si lo haces mal.

—No tengo nada que pensar, es su vida y mi responsabilidad.

—Estás hablando de alguien con quien podrías compartir el resto de tu vida —aseguró—, ¿En serio quieres vivir con él odiándote?

Yo lo escuché, ya lo había pensado antes, pero no tenía otra opción. Tenía que hacerlo a mi semejanza y salvarle la vida cuanto antes o de verdad se iba a cumplir uno de mis mayores miedos.

—Prefiero que me odie a perderlo —murmuré. Sabía los riesgos de mi decisión—. El odio y el amor son sentimientos puros, fuertes; me sentiré aliviado de que sienta al menos uno de ellos por mí.

Terminé de bajar las escaleras y me encerré de nuevo en mi habitación en el sótano. Estaba consciente de que si seguía hablando con Baruk probablemente me haría entrar en razón, pero no quiero que lo haga, necesito estar loco y demente para mantener vivo a Diederik de alguna manera.
Aún no sabía qué es lo que iba a hacer y tampoco lo que pasaría con él, pero no hay marcha atrás, decidí traerlo a costa de su vida y ahora mismo es mi responsabilidad mantenerlo a salvo.

Se lo juré.

—Te voy a proteger aún si tú no quieres.

(...)

Escuché la puerta abrirse y miré a Adrien asomar la cabeza.

—¿Puedo pasar?

—Adelante —. Asentí.

Adrien entró y se sentó al pie de la cama mientras me veía leer un libro viejo que tenía entre mis cosas. En realidad no era relevante, literatura ligera, algo para calmar mi mente.

—Escuché que no te fue muy bien allá arriba.

—Si no te importa, no soy de los que gustan hablar de sus problemas con los demás —. Cambié de página—. Así que no, no hablaré de eso.

—Sé que no te gusta hacerlo, a mí tampoco lo hace.

Lo miré.

—Es sólo que creí que te serviría de algo escuchar un consejo.

—Consejo que no pedí.

—Pero sería bueno escucharlo —. Sonrió.

Yo suspiré dejando el libro de lado y lo miré.

—Está bien, te escucho.

—Bueno, seguramente ya sabes que Romi y yo no hemos tenido precisamente una relación sencilla —comentó. Eso yo ya lo sabía—. Aunque ahora estamos juntos, no es precisamente por nuestro lazo, lo sé con seguridad. Es más bien una decisión personal.

Lo miré confuso.

—Nuestro lazo es fuerte, no me malentiendas, pero también sé que la relación entre los dos es buena porque ambos nos respetamos y también respetamos los deseos del otro —se veía serio—, aunque esos deseos no nos lleven siempre a estar en un mismo lugar.

—¿El punto es? —. No lo comprendía. Los problemas maritales entre ellos la verdad no me eran de gran importancia. Si Romi es feliz, yo lo soy; aunque si Adrien se atreve a hacerle daño a mi hermana seguramente yo seré el primer hombre en ponerle las manos encima para asesinarlo.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Where stories live. Discover now