Capítulo Treinta Y Cuatro: Te Devuelvo La Vida

532 81 26
                                    

Romily

—Oye, Damien.

Él se giró a verme y se sorprendió cuando a sus pies arrojé el amuleto de sangre que quedó hundido en la nieve.

—No puedo creerlo.

—Volví, alfa —sonreí al verlo molesto—, tenemos que hablar.

—Ya lo creo —murmuró sorprendido—, ¿Puedo saber dónde están tus amigos?

—Cerca —asentí con seguridad—, cuidan de algo por mí, pero antes, tenemos que hablar. Hay algo importante que debes saber.

—Mataste a Forest —. Aseguró.

—Es irritante, lo admito, pero no me divierte ver a los demás morir bajo mi propia mano —negué con la cabeza—, lo dejé vivo pero débil. Debes apresurarte a atacar si quieres acabar de una vez por todas con él.

—Ya veo —miró a sus chicos e hizo una señal. Ellos se habían marchado—, debes disculpar que sea tan desconfiado, pero mi guardia debe asegurarse de que lo dices es verdad.

—Tranquilo, yo tampoco confiaría en un forastero, pero debes saber que en mí cabe la única posibilidad de que haya un futuro después de este tiempo.

Él me miró con seriedad.

—Yo no soy de este tiempo como te darás cuenta —me encogí de hombros cuando evaluó mi ropa—, y me temo que mi tiempo en el futuro también se acaba.

—Por la Luna y sus mil caras, ¿Pero qué es lo que ustedes hicieron?

(...)

—Pasa, por favor —el alfa se hizo a un lado permitiendo que pasara a una casa algo pequeña pero cómoda. No era como las casas de los alfas, esta por alguna razón se sentía vacía y sola—. Debes disculpar que no tenga más que té para ofrecerte, normalmente no como en casa.

—¿No tienes compañía? —. Pregunté cuidadosa de no ser demasiado entrometida.

—Me gusta la vida solitaria —. Me guió hasta una mesa en donde me hizo sentarme para después ofrecerme algo de té.

—No me imagino la razón, eres totalmente amigable —. Sonreí.

Él quiso reír.

—Al grano, Romily —me miró con seriedad cuando se sentó frente a mí—, tu corazón late rápido y sé que tienes algo que decirme, estás demasiado ansiosa.

—Nerviosa —asentí dejando la tasa en la mesa después de darle un sorbo—, nunca me había encontrado en esta posición.

Miré mis manos.

—Hasta ahora, normalmente soy la que da las malas noticias.

—¿Quieres decirme que algo malo les pasó a tus amigos? —. Preguntó sereno.

—No —lo miré—, en realidad, no sólo le quité a Forest tu sangre sino también algo además de eso.

Damien me miró con más atención.

—Le he robado a su hijo.

—No sabía que esa sabandija tenía un hijo —bufó bebiendo de su taza—, aunque siendo honesto, no sé para qué me lo dices a mí, no me gusta tener rehenes, ni siquiera si son niños.

—Ese es el problema —asentí—, ese niño ya era un rehén cuando se lo quité a Forest.

—¿De qué hablas?

—Hablo de que Forest robó a un niño y lo hizo pasar como su hijo hasta ahora —traté de ser honesta y directa—, un niño de casi doce años, un varón.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Where stories live. Discover now