Capítulo Dieciocho: Brazos de Amor

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Baruk

—Bienvenido a casa, Zephyr.

—Pero estábamos ahí —. Me miró confuso.

Yo reí y negué.

—Esta es nuestra casa, Zephyr, ¿No la reconoces?

Zephyr miró de nuevo el lugar y, después de un momento, reconoció que este era el claro en el que antes solía jugar.

—Es mi lugar —murmuró emocionado—, papá me traía aquí.

—Y es por eso que elegí este día y este lugar —me incliné a su lado—, porque sé que Bastian vendrá.

Miré el reloj en mi muñeca.

—¿Quieres esperarlo?

—Sí —asintió firme y sin dudar—, quiero esperar.

Ambos nos sentamos en el claro y coloqué a Zephyr entre mis piernas para comenzar a trenzar su cabello largo y rizado.
Los mechones le colgaban ya un poco, así que tenía que ponerlo presentable para ver a sus padres.

Era un día especial.

—¿Puedo llevar esto? —Zephyr me mostró una florecilla morada—, quiero que papá me vea muy guapo hoy.

—Te pondré todas las que quieras —. Asentí tomando la flor enredándola en su cabello después.

Recordé este momento porque muchas veces escuché a tío Clark decir en sus aniversarios que el día de su boda, ambos recibieron un regalo especial y que nunca olvidarían que la Luna los bendijo de aquella manera ese día.

Sólo espero que de verdad sea este su regalo prometido.

—¿Baruk?

—¿Qué pasa?

—Ellos me reconocerán, ¿Verdad? —preguntó confundido—, no he cambiado mucho, quise ser igual a como papá me enseñó a ser para que no me viera extraño al regresar.

Yo me detuve y lo miré.

—Eres su hijo, Zep —sonreí—, por supuesto que al abrazarte sabrán que eres tú.

Saqué de mi chaleco un bonito relicario que había hecho para él.

—Pero si tienes dudas, sólo debes enseñarles esto.

—¿Y esto qué es? —. Preguntó al tomarlo.

—Ábrelo —. Pedí.

Zephyr abrió el relicario y de inmediato halló una fotografía de sus padres abrazándolo.

—¿Recuerdas ese día? —. Pregunté mirando la fotografía.

—Es la mañana de tu cumpleaños —asintió—, papá Clark dijo que los tres nos veíamos muy guapos de traje y nos tomamos una foto en este lugar.

—Argus la imprimió para ti —sonreí—, es para que siempre recuerdes lo feliz que debes ser todos los días.

—¿Por qué me aman? —. Afirmó en pregunta.

—Exacto —besé su mejilla—, y siempre serás amado, Zephyr.

Él me abrazó fuerte y yo suspiré al hacer lo mismo.

—Gracias, hermano mayor.

—De nada, Zep.

—¡Espera!

Ambos escuchamos risas acercarse y sonreí al separarme de Zephyr.

—¿Listo para ver a tus padres? —. Até su cabello con un listón del mismo color de su traje y sonreí al verlo tan guapo como siempre.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن