Capítulo Veintitrés: Choque

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Baruk

—Buenos días. 

Bajé a la cocina en donde Liv y Nalu ya estaban moviéndose mientras hacían el desayuno.
Algunos seguían dormidos pero pude ver que Sirhan ya estaba tratando de ayudar a Zia a alimentar a Zephyr mientras que Maya cortaba algunos vegetales que seguramente Nora le había dado del huerto. Ella estaba afuera con Adrien.

—¿Cómo dormiste? —. Besé la mejilla de Zephyr.

—Descansé muy bien —asintió—, la cama de Nalu es cómoda.

—Tanto que comenzó a roncar —. Nalu rió al agitar el cabello del niño.

—Zephyr no ronca —negué de inmediato—, ¿O si?

—No, tienes razón —Maya cubrió sus oídos—, es otro monstruo el que lo hace.

Nalu se puso colorado y todos reímos.

—Yo no iría allá si fuera tú.

Sirhan advirtió a Eros quien quiso bajar las escaleras al sótano.

—¿Qué tiene? —inquirió pero después cubrió su nariz—, que horror.

Yo comencé a reír cuando vi su cara y negué con la cabeza. Yo me había percatado de ello a penas desperté.

—Apesta a hormonas de demonio —. Fingió ahogarse.

Es verdad, no es que fuera asqueroso, pero las hormonas de Emdrick eran muy claras: aléjate de mi cachorro.

—¿No son demhormonas? —. Sirhan se burló.

—Que mal chiste —. Zia negó con la cabeza.

—Pero es bueno —sonrió de inmediato—, de verdad.

—Zia tiene razón —le mostré mi pulgar hacia abajo—, buh.

—¡Buh! —. Asintió Zephyr.

Todos comenzamos a reír de nuevo y noté que esta mañana todos estábamos extrañamente de buen humor.

—¿Qué sucedió, eh? —. Romi bajó las escaleras sonriendo—. Podía escuchar sus risas desde allá arriba.

—Estamos riendo de la advertencia de tu hermano —señalé las escaleras ocultas—, parece que no quiere ser molestado el resto del día.

—Ya sabes —Eros le guiñó un ojo—, está desayunando.

—Oye, más respeto para tu tío —. Romi rió golpeando la cabeza de Eros.

Aunque después también cubrió su nariz.

—Por la Luna y las estrellas, este lugar apesta peor de lo que apestaba cuando Emdrick tuvo su primer ciclo de celo.

Todos miramos a Romi confusos.

—¿Primer ciclo de celo?

—Ah, ya sabes —Romi cerró la puerta de las escaleras al sótano. Tenía dos puertas, una arriba y una abajo, para evitar que Diederik saliera si Emdrick no quería—. La cosa esa que tienen ustedes los hombres sobrenaturales cuando las hormonas de su pareja los provocan.

—Ah, eso —Sirhan negó con la cabeza—, no estoy seguro de que eso se llame celo. Es más bien un estado hormonal.

Se quedó callado.

—No tiene nombre a decir verdad.

—¿Quizá se llama lazo? —. Inquirió Zia.

—No, no es así. Eso es la unión, esto es más bien la adrenalina de olerla, no lo sé...

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Where stories live. Discover now