Capítulo Diecinueve: Cercanía

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Sirhan

—Ya está... —. Vi a esa niña dejar al niño en la cama con sumo cuidado.

—¿Está bien que duerma solo? —inquirí—, a esta edad, las lobas de la manada no dejaban a sus cachorros ni por un segundo.

—Pues ya es un niño mayor —Zia cubrió a Zephyr con algunas mantas—, tiene que aprender a dormir por su cuenta también. Es parte de crecer.

Se cruzó de brazos mirándolo.

—Baruk ha hecho un buen trabajo como su padre sustituto —sonrió—, él es muy feliz ahora. Hasta sonríe cuando duerme.

Era verdad.

El niño no había dejado de sonreír en ningún momento y, muy a pesar de que Zia trataba de hacerlo también, sé que no podía hacerlo ya que algo no se sentía bien en el ambiente.
No creía que tuviera celos del pequeño y mucho menos de Baruk, es sólo que siento que su sonrisa se entristeció un poco desde que vio a aquel niño cruzar el portal hacia un futuro deseado para ella.

¿O será pasado?

—¿Él de verdad es tu hermano? —inquirí—, ¿No querías ver a tus padres también? Debiste ir.

Zia borró su sonrisa y negó sin verme a la cara.

—Zephyr es hijo de la familia de Baruk, pero es como si fuera mi hermano menor —se encogió de hombros—, y sí. Tengo ganas de ver a mis padres, pero no lo haría ni siquiera porque ahora mismo se me presentara la oportunidad.

Me miró con seriedad.

—A veces es mejor no tentarse a tener algo de felicidad cuando sabes que lo que viene después será peor.

No pude entender.

—Si viera a mis padres, sé que no querría regresar a este lugar sabiendo que volvería a estar sola —negó con la cabeza—, y no quiero eso. Ellos merecen que siga adelante con el plan y esté enfocada en proteger a mis hermanos.

—Piensas como alfa.

Sonrió de nuevo.

—Pienso como hermana mayor —asintió—, aunque bueno, no es tan distinto de ser el alfa, ¿Verdad?

—Hay una gran diferencia, supongo.

—Puede ser pero, en esencia, es lo mismo —. Encendió la luz a lado de la cama del niño y después ambos salimos de la habitación para que ella apagara el resto de las luces—. Todos buscamos protegernos entre nosotros porque es lo que nos enseñaron a hacer.

Zia a veces era demasiado confusa para mí y, considerando que sólo he tratado a una mujer en mi vida, seguía siendo frustrante que ella fuera totalmente distinta a mí.
Es estricta pero a veces gentil, amorosa con los demás y un hielo conmigo; ni siquiera entendía por qué rayos es que se preocuparía por mí si ni siquiera puede demostrarle afecto sereno a sus hermanos.

—Tengo mucho sueño —. Bostezó.

Cerró la puerta con lentitud y después estiró sus brazos.

—Apestas —. Le dije sin reservas.

—No es cierto —se olió a sí misma—, tal vez un poco.

Me miró molesta.

—¿Y tú qué? No te has bañado desde que llegaste a este lugar —. Me señaló con su dedo acusador—. Tienes que asearte, niño.

—¿Niño? —bufé con ironía—, soy mayor que tú.

—Por un año.

—Por miles —negué con la cabeza—, tú eres más pequeña que yo, eres del futuro, ¿No?

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Onde histórias criam vida. Descubra agora