Capítulo 6. Malas intenciones

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Rubén 

Nunca había tenido que contener el deseo que corría por mis venas, había tenido a las mujeres a mi merced, nunca había suplicado por placer y esperaba que Genave hubiese entendido mis palabras, hacerme esperar no le convenía, eso solo alimentaria aún más el deseo que tenía de poseerla y no me gustaría tener que forzarla, debía hacer que me deseara, que suplicara para tenerme, ese día ella entendería quien tenía el poder absoluto.

Me encerré en mi habitación y busqué uno de los juguetes sexuales con forma de vagina. Vertí un poco de lubricante y comencé a darme placer, mientras me sostenía a una de las barras que utilizaba para ejercitarme. Recordé el coño mojado de Genave y acelere mi masturbación, aquella mujer me tenía loco, estar dentro de ella se había convertido en una maniática obsesión. Tenía que hacerla mía a toda costa y no me importaban las consecuencias.

—Eres mía, mía —dije imaginándola frente a mí mientras me entregaba al placer y me deje caer sobre la cama, fantaseando con tener aquella mujer entre mis sábanas.

***

Había pedido preparar un desayuno especial aquella mañana, pero al parecer nuestra invitada estaba sin apetito y aquello me incomodo. Mire a Jotrov mi mano derecha quien se encontraba junto a mí con el rostro indiferente y quien observaba con poco gusto el desperdicio de comida sobre la mesa, no quería buscar culpables, pero necesitaba descargar mi ira.

— ¡No te dije que la trajeras aunque fuese arrastrada! —grité, lo escuche resoplar con desdén. Él estaba demasiado acostumbrado a mis arrebatos de ira.

—Dijo que tenía que trabajar y que solo necesitaba un jugo. Su mirada fue tan desafiante que no me atreví a contradecirla —Lo mire y este ni siquiera había abandonado la posición que tenía —Si quieres puedes obligarla hacer lo que quieras, aunque eso solo hará que se aleje más de ti.

—Pero le gusto, puedo verlo en su mirada, me desea tanto como yo a ella —dije con desesperación y odiaba sentir tanta frustración, sabía que el hombre junto a mí se estaba divirtiendo con toda aquella situación aunque no lo refleja.

—Es abogada Rubén y tú un mafioso ¿Qué esperas que haga? —odiaba que tuviera la razón, odiaba mirar sus cejas levantadas cuando sabía que tenía razón, era su manera de decirme que nunca se equivocaba.

— ¿Dónde está? —pregunté al tiempo que me ponía de pie.

—En la oficina que preparaste para ella —lleve mis pasos hacia allá con el deseo ferviente de castigarla por no venir a mí.

Sus ojos estaban puestos en los papeles sobre el escritorio cuando entre en aquella oficina. Levantó la mirada y clavó sus ojos en mí, pero los apartó rápidamente y no dude en acercarme a ella, necesitaba sentir su calor y tenía que imponer mi autoridad ante ella, Genave aún no comprendía que las reglas las ponía yo, parecía no entender el objetivo de su estadía aquí.

— ¿Porque demonios no fuiste a desayunar? —pregunté muy cerca de su cara y con los dientes apretados.

—Debía ponerme a trabajar señor, no puedo darme el lujo de perder el tiempo —No sé qué fue lo que en verdad me molesto si el "señor" o lo de perder el tiempo.

—No colmes mi paciencia —amenace mientras golpeaba de manera estrepitosa el escritorio.

— ¿Qué es lo que quieres? —Dijo con voz temblorosa —No puedo ser tuya Rubén, sabes que somos de mundos diferentes.

—El mafioso y la chica de la ley —dije con sarcasmo —el problema es que te tengo entre ceja y ceja, ya he probado Genave, no puedo simplemente olvidarlo —Rodee el escritorio y la obligue a ponerse de pie.

— ¿Existe realmente un trabajo que deba hacer aquí? —pregunto mirándome fijamente, la tome por la cintura y la atraje hacia mí.

—Si —confirmé —complacerme —No le permití hacer ningún movimiento y la bese. Deje que mi lengua acariciara la suya y sentí como comenzaba a ponerme duro, lleve mi mano a su espalda baja y no pude resistirme a tocar y acariciar su trasero, quería que se dejara llevar y me permitiera enseñarle lo que era el verdadero placer.

—No —dijo apartándose rápidamente de mí, pero la sometí por el cuello antes de que pudiese dar un paso más.

—Esto —dije pegando mi duro pene a su culo —No es algo que simplemente puedes ignorar, no juegues conmigo muchachita, porque un día no estaré de humor y puede que te haga pagar —la solté bruscamente y salí de aquel lugar. Necesitaba aire fresco, porque sabía que si seguía allí algo malo podría pasar, mis intenciones en este momento eran realmente malas.

El lado oscuro del placer (Libro #2  serie Oscura +18 ) Disponible en AmazonWhere stories live. Discover now