Capítulo 45. Emiliano

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Rubén 

Miraba fijamente la persona delante de mí y aun no podía creer lo que veían mis ojos. Quería creer que era un espejismo, una jugada de mi mente por todo aquel anhelo que guardaba en mi corazón de volver a ver aquel rostro, fueron años de incertidumbre y sentimientos encontrados, años en los que odie a mi padre y terminé alejándome de mi madre, en los que mi vida dio un giro inesperado y tuve que convertirme en una persona distinta y ahora él se encontraba sin más frente a mí.

— ¿Emiliano?—dije cuestionante, después de tanto tiempo se sentía extraño pronunciar aquel nombre de nuevo.

Dio un paso hacia mí y yo di otro nuevamente hacia atrás. Cómo podía aceptar siquiera el hecho de que mi hermano no estaba muerto, aquel que había sido mi mejor amigo, mi columna, mi soporte, aquel que enterré hace tantos años y el que llore por tanto tiempo, como se atrevía aparecer frente a mí después de haberme causado tanto dolor. Una lágrima me había mojado la mejilla y no quería mostrarme débil, ni mucho menos vulnerable frente a él, pero era un sentimiento que no podía evitar.

—Puedo explicarlo todo—escuchar nuevamente su voz me puso la piel de gallina, era como un fantasma errante que había aparecido de la nada, pero sabía que no era una aparición o algo espectral. El hombre frente a mí era de carne y hueso.

—Sabes la vida de mierda que he tenido después que te fuiste—le reproche y lo vi llevarse la mano al pecho. Vi a mi hermano por primera vez con lágrimas en los ojos—Mamá murió contigo Emiliano, he tenido que soportar su tristeza y angustia desde que te fuiste, tuve que ocupar un lugar para el cual no estaba listo, tuve que convertir en una persona vil y despiadada—tenía tantas cosas guardadas dentro de mí que me habían lastimado por años.

— ¿Podemos hablar en otro lugar? —Pregunto de manera apacible—Los dos tenemos muchas cosas que decir.

Lo mire con sospecha, pero el hombre frente a mí era mi maldito hermano la misma sangre corría por nuestras venas, aquel que había creído muerto y el cual regresaba justo en el momento en que las cosas comenzaban a cambiar. Conocía la ambición de Emiliano. Él sí había disfrutado de la vida como mafioso, siempre dije que había nacido para estar al frente del negocio, pero muchas de aquellas cosas lo llevaron a un callejón sin salida y si fingió su muerte durante tantos años lo que pasó por aquel entonces fue realmente malo y yo no era quien para juzgarlo, porque ahora mismo estaba haciendo lo mismo.

Lleve mis pasos colina arriba hacia la cabaña, mire sobre mi hombro y él me seguía en silencio. Emiliano seguía siendo el mismo hombre, su rostro a pesar de los años no había cambiado y se sentía tan extraño tenerlo tan cerca. Me había acostumbrado a su ausencia y al hecho de que nunca atraparía aquellos que le habían hecho daño, aunque creo que en el camino a mi venganza me había perdido. Me había desviado por completo del objetivo principal que me había hecho decir si a mi padre en el momento justo en que me había pedido que yo fuese la cabeza de toda la operación. Lo único por lo que había aceptado era para vengar la muerte de mi hermano.

El lugar se encontraba oscuro, vacío y desolado, no había nada tan solo un montón de cosas acumuladas que se destruirían con el tiempo. Encendí la luz de la pequeña sala de descanso y mi hermano miró a su alrededor, sabía que estaba recordando todos aquellos momentos que pasamos juntos aquí, solíamos escondernos de mi madre y por la distancia ella siempre terminaba dejando que nosotros regresaramos a casa. Aquellos fueron momentos de felicidad, unos que jamás volverían.

—Entonces tu también estas muertos—dijo tomándome por sorpresa, lo mire fijamente a los ojos y entendí que él sabía mucho más de lo que había pronunciado.

— ¿Qué tanto sabes?—me senté en el sillón empolvado justo frente a él, era tan perturbador estar cara a cara con Emiliano, pero ya me iría acostumbrando al hecho de que él seguía respirando.

—Nunca los he dejado Rubén, desde la distancia he estado muy pendiente a cada uno de tus pasos—me reí sin nada de gracia, porque aquello me parecía una maldita locura.

— ¿Dónde has estado todos estos años?—pregunte impaciente.

—Una cosa a la vez—volví a sonreír ante sus palabras, pero esta vez por recuerdos del pasado. Aquella frase que había dicho siempre la usaba cuando yo me ponía impaciente, era el mismo de siempre, Emiliano no había cambiado— ¿Dónde piensas vivir con esa mujer, con la americana?—abrí los ojos con sorpresa—Cuando dije que estaba pendiente no era una metáfora hermano—levantó una de sus cejas de manera irónica y por un momento me sentí aturdido.

Emiliano siempre había sido cuidadoso y meticuloso, no dejaba cabos sueltos, ni nada sin resolver. Eso mismo pasó con su muerte, si no lo tuviera frente a mí podría decir que todo esto era una mentira, pero escuchándolo sabía que la muerte era su única opción para poder desaparecer, las razones aún no me las decía, pero lo obligaría hacerlo no era como si pudiese regresar sin más a nuestras vidas, aunque conociendo a mi madre sabía que no necesitaría explicaciones, con los brazos abiertos lo recibiría.

—En américa—dije al fin, este negó con la cabeza como si estuviese al tanto de algo que yo no.

—No puedes—dijo y se pasó la mano por el rostro de manera ansiosa.

—Tampoco puedo traerla a Rusia—dije resaltando lo obvio—Pero hay algo que no me estás diciendo ¿verdad?

Hubo un aterrador silencio después de pronuncia aquellas palabras. No sabía cuál era el propósito de su regreso, pero algo lo había traído aquí, algo había hecho salir a mi hermano de su escondite y ese algo tenía que ver con la mujer que me estaba esperando. Los latidos de mi corazón se aceleraron, porque no solo era el hecho de que Emiliano siguiera con vida, era todo lo que involucra el hecho de que si hubiese arriesgado a venir hasta aquí.

— ¿Por qué regresaste? —pregunte por primera vez con temor a escuchar aquella respuesta.

—Debo matarla—dijo fríamente y sentí una gran opresión en el pecho—Si no es ella, eres tú y a ¿Quién crees que voy a proteger? —Una fuerte ventisca chocó contra los ventanales haciendo un sonido aterrador y así era como me sentía por dentro. Porque una fuerte tormenta se avecinaba, una que me llevaría a traicionar a una de las personas que más amaba.

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