Capítulo 50. Niebla

1.6K 207 10
                                    

Rubén

La oscuridad que envolvía aquel lugar abandonado me hizo sentir que caí en una trampa y me aferre al último beso que le di a Genave a como acuno mi rostro con sus manos y me besó de manera apasionada. Ella lo sabía, sabía que podría no regresar y no quise engañarla con una falsa promesa que sabía al final no podría cumplir, solo podía prometer que la amaría en esta y en la otra vida, porque aquella era la única verdad. Baje del vehículo y una intensa luz me deslumbró en aquel momento, observe vagamente una silueta caminar hacia mí y lleve la mano a mi espalda, donde se encontraba mi arma.

—El señor lo espera—dijo aquel hombre y me escoltó al interior de aquel almacén.

El olor a sangre y podredumbre me recibió en cuanto entre en aquel sitio. Estaba acostumbrado, pero aun así era repugnante, nunca podrías evitar el deseo de vomitar que provocaba el olor a sangre y muerte, nunca podrías evitar el escalofrío que recorría tu piel. El tipo se detuvo frente a unas cortinas plásticas y me hizo un gesto con la mano para que pasara, lo mire con desconfianza, pero ya estaba hasta el cuello con esta mierda, así que de aquí era muy probable que no saliera vivo, aunque me aferraba a la más mínima posibilidad con uñas y dientes.

—Nos vemos de nuevo Patrovick—Marco se puso de pie y caminó hacia mí, pero yo tenía fija la mirada en la mujer ensangrentada que yacía a su lado en aquel suelo de cemento.

— ¿Era necesario?—pregunte con los dientes apretados.

—Quiso ser más lista de la cuenta, no me gustan las mujeres que quieran pasarse de lista—Aquello fue lo más estúpido que había escuchado, pero no podía esperar mucho de un tipo como él, su cerebro no le daba para tanto.

—Ya me tienes, así que déjala ir, tú problema es conmigo—hizo un gesto a uno de sus hombres y arrastraron el pequeño cuerpo de la mujer fuera de nuestra vista y por primera vez me sentí como la mierda. Ella era inocente, no podía simplemente mostrar frialdad ante una persona inocente.

Nos sostuvimos las miradas y lo observe llevar una de sus manos a su espalda, pero sabía con certeza que no me mataría a la primera. Marco era de los que disfrutaba con la tortura, le encantaba hacer sufrir a sus víctimas como lo había hecho con aquella pobre chica y yo estaba dispuesto a todo con tal de mantener a Genave a salvo, ese era mi trato con este psicópata, la vida de la mujer que amaba por la mía.

—Te volviste inútil para la organización y todo por una mujer que ni siquiera tiene bien puesto los ovarios para ir de la mano contigo en este camino—Di un paso adelante, pero lo pensé mejor y me quedé inmóvil, sabía que solo me estaba provocando—Y tú hermano. Demasiado ambicioso y avaricioso para este negocio—Para nadie era un secreto que aquella había sido la causa de la desaparición de Emiliano, pero eso no afectó nunca su rol como cabeza de la mafia, mi hermano había sido más hombre que todos estos cobardes.

—Y creer que toda esto es porque la mujer que dices que no tiene ovarios te mando a la mierda y me prefirió a mí—sacó su arma y me apunto directo a la cabeza, coloque la mano sobre la mía, pero uno de sus hombres se aproximó y me la arrebato. Si algo no soportaba Marco era sentirse despreciado y rechazado, mucho menos por alguien que él creía inferior, aquello le había dolido más que el hecho de que yo había revelado sus nexos a la prensa.

—Nunca debió poner sus ojos sobre mi enemigo, esa puta virgen de mierda nunca debió decirme que era un delincuente cuando iba a revolcarse contigo y tú peor error fue intentar hundirme para proteger a ¡Esa maldita!— Gritó sobre mi cara y me golpeo el rostro con el arma. La sangre no tardo en manchar mi camisa.

Un disparo silbo en la lejanía y aproveche la distracción para desarmar al tipo que se encontraba junto a mí, le dispare entre los ojos antes de que pudiese hacer cualquier movimiento y luego pose la mirada en el hombre frente a mí. Me limpie la sangre que corría por mis mejillas, mientras Marco me apuntaba sin que le temblara el pulso. Otros disparos se escucharon aún más cerca y sabía que aquello se convertiría en una maldita masacre, había llamado al único hombre en el que podría confiar, aquel que no dejaría que mi muerte fuera en vano.

— ¿Creíste que matarme te sería tan fácil? —le pregunte. Su rostro se encontraba desfigurado por la rabia y sabía que en el cualquier momento me dispararía, pero entonces un ruido zumbo a nuestro alrededor, trate de hacer un rápido movimiento cuando me di cuenta de que se trataba, pero no funciono y cuando la bala atravesó el pecho de Marco también me alcanzo. Sentí un calor abrazador en el pecho y comencé a ver todo borroso, mientras me hacía camino entre aquella niebla de la cual me encontraba más que seguro no tendría retorno.

El lado oscuro del placer (Libro #2  serie Oscura +18 ) Disponible en AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora