Capítulo 25. Preocuparme por nada

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Genave 

Miraba fijamente la mancha de sangre sentada sobre aquel suelo alfombrado. Debí haberlo sabido, tenía que haber seguido mi instinto y no dejarme seducir por las bajas pasiones, pero ya no había marcha atrás, me había entregado a él, solo para que al final se quitará la máscara que lo cubría y me mostrará su verdadera cara. Eso era lo que pasaba cuando una abogada hacía a un lado sus ideales por un hombre que no valía nada.

Escuche pasos en el pequeño pasillo y luego el chico de mantenimiento apareció frente a mí. Su nombre era Devon y siempre iba de un lado a otro resolviendo los problemas del edificio, y lo primero que necesitaba que el hiciera era sacar aquella mancha de la alfombra, luego arreglar y cambiar las cerraduras de las puerta, hubiese sido un éxito que pudiera hacer ambas cosas al mismo tiempo.

—Comenzaré por la puerta —dijo con voz profunda y aquello llamó mi atención. Había escuchado algunas de las chicas jóvenes que vivían en los departamentos cercanos hablar de lo bien que se veía sin camisa y debía admitir que el tipo era aparente, pero ahora mismo no tenía tiempo para detenerme a contemplar al chico de mantenimiento.

— ¿puedes conseguir que limpien esto? —Dije señalando la mancha de sangre —Creo que la policía obtuvo todas las pruebas que necesitaba, si tienes a alguien que pueda venir hacerlo ya te lo agradecería —el chico hizo un asentimiento de cabeza y sacó su móvil, yo me levante del suelo y lleves mis pasos al cuarto de baño.

No sabía si era prudente o no dejar a Devon deambular solo por el apartamento, pero ahora no tenía cabeza para enfocarme en aquello, todavía podía sentir en mi cuerpo la frialdad con la que Rubén se había dirigido a mí, como su dura mirada se posó sobre mi como si le molestara, como si fuese solo una más de sus tantas aventuras. Y había sido solo una ilusa e ingenua mujer que cayó en sus redes y me sentí tan estúpida y decepcionada de mi misma.

— ¿No me recuerdas? —escuche decir a una voz de mujer que sabía se dirigía a Devon —Soy Gina niño, la que vivía en este apartamento, bueno realmente nos vimos muy poco.

Salí rápidamente de mi escondite y me encontré de frente con la mirada molesta de mi hermana. Gina no había cambiado nada, era la misma. Vestía unos jeans gastados, con un suéter de esos que tienen dibujos en la parte frontal, haberse convertido en la señora Lombardi no había cambiado su esencia para nada y al parecer Alessio se había tenido que adaptar, cuánto envidiaba la tenacidad de mi hermana, era una mujer con temple y que a pesar de todo no se dejaba dominar.

—Te ves fatal —dijo mientras caminaba hacia mí y me estrechaba en sus brazos.

— ¿cómo? —dije sin poder terminar de decir aquellas palabras y me separe de ella.

—Conozco este edificio a kilómetros y cuando lo vi en las noticias supe que algo pasaba, Alessio me creyó paranoica, pero como él no puede detenerme aquí estoy y por lo que veo tenía razón —miró la mancha de sangre y me sentí tan mal en aquel momento por hacerla preocupar de aquella manera.

Miro a Devon quien nos observaba con mucha atención y creo que comprendió lo que mi hermana quiso decirle con la mirada. El chico se puso manos a la obra, mientras Gina me escoltaba a la que antes era su habitación. Tenía tantas cosas que contarle y ella no se imaginaba cuánto agradecía que estuviese aquí en un momento como este, sé que ser la señora Lombardi había cambiado muchas cosas en su vida, pero para nada había cambiado el hecho de que aparte de ser mi hermana, Gina era mi mejor amiga.

—Patrovick ¿verdad? —me cuestionó en cuanto estuvimos dentro de la privacidad de aquella estancia.

—Han pasado tantas cosas desde mi viaje a Rusia —dije con tanta tristeza y ella se acercó a mí para estrecharme en sus brazos nuevamente.

—Dios, te has vuelto una quejica ¿dónde está la chica fiestera y despreocupada? —me aparte de ella y pose mi lastimosa mirada en ella.

—Deberías estar con tu esposo, no tenías por qué venir, no me malentiendas agradezco que estés aquí y mucho, pero estas prácticamente recién casada no deberías estar escuchando problemas ajenos —Gina me miro con molestia, pero era verdad, ella había pasado por demasiado estar aquí solo le sumaba más angustias.

—Genave, si no estás lista para contarme está bien, pero déjame estar a tu lado, déjame ayudarte hacer más ligera tu carga —Era dichosa, porque tenía la mejor hermana.

Y Gina tenía razón no estaba lista para contarle, sentía vergüenza, porque ella me había advertido de la situación. Alessio fue muy claro cuando me dijo la clase de persona que era Rubén y las consecuencias de seguir adelante con aquella relación, sabía que buscaba proteger a Gina, ella se había convertido en su prioridad y también sabía que no quería ver a su nueva familia involucrada en aquel mundo tan turbio, porque siempre los más débiles era los que terminaban pagando las consecuencias.

—Vayamos por un trago esta noche —sugirió y yo la mire extrañada —Soy la señora Lombardi, no la monja Lombardi y Alessio también se encuentra en la ciudad o creíste que iba a dejarme venir sola, ese hombre es intenso ¿lo olvidas?—pude ver la diversión arribar a su rostro, sabía que le encantaba tener el control sobre su marido.

—Porque no me extraña —dije con algo de sarcasmo y esta rodó los ojos.

—Solo quiero cambiar esa cara, que te despojes de tus preocupaciones y mañana te sientas con la mente despejada y puedes poner tus prioridades en una balanza, para que pienses realmente en que vale la pena o no Gena —Gina siempre sabía que decir y en el momento preciso, así que dije que si a su propuesta.

***

Alessio reservo un vip en uno de los clubes más exclusivos de todo Nueva York, Gina se había quejado, pero su esposo no estaba dispuesto aceptar un no como repuesta y al final la había convencido, yo no tenía voz ni voto en aquella discusión, solo me estaba dejando arrastrar por mi hermana a una noche que debía servirme para despejar la mente y si le sumamos a esto que me había prácticamente obligado a invitar a Devon, creo que buscaba que tuviera todo tipo de distracción.

El lugar era inmenso y sofisticado, ya entendía porque mi cuñado había insistido en que vinieramos, así que solo me propuse disfrutar aquella noche con las personas que realmente querían estar en mi vida. Uno de los empleados nos escoltó hasta el vip, Devon me tomo la mano y yo deje que lo hiciera mientras caminaba detrás de él, echando un vistazo a todo el lugar, pero mis ojos fueron a parar en el lugar menos indicado.

— ¿Por qué te detienes? —pregunto Devon y ni siquiera me había fijado en que ya no caminaba, el llevo su mirada donde yo la tenía puesta y cuando trate de volver a mis sentidos nuestros ojos se encontraron.

—Pensé que había visto a alguien conocido—dije regalándole una sonrisa aferrándome aún más a su mano y no pude evitar mirar nuevamente en aquella dirección y me fije en que Rubén se había puesto de pie, pero su intensa mirada no estaba puesta en mí, sino en el hombre que sostenía mi mano y lo supe, la bestia estaba a punto de resurgir, pero pensé que quizás me estaba preocupando por nada.

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