Capítulo 51. Adiós

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Genave 

El tiempo para nosotros había sido una vasija rota que tratamos de reparar sin lograr resultado alguno y sabía que aquella había sido la última vez entre sus brazos, pero me aferraba aquella pequeña esperanza que de que regresa conmigo. Las noticias locales se habían convertido en una locura, aunque me obligaba a no mirarlas. Solo podía escuchar las voces de los periodistas a través de los altavoces del televisor, mientras mis padres seguían muy pendiente a lo que acontecía, yo movía las piernas con nerviosismo sentada en la mesa de la cocina.

El móvil vibro en mis manos y era un mensaje de aquel número desconocido. Cuando Rubén se marchó aquella noche había recibido una llamada de aquel mismo número, la persona al otro lado de la línea para todos era un fantasma, pero ahora resultaba que estaba vivo y aquel mensaje aunque simple afirmaba mi más grande temor "Está muerto" entonces no pude evitar las náuseas y corrí al cuarto de baño. Lo último que recuerdo es haberme desmayado en aquel sueldo de baldosas en colores.

La voz de Darla era un susurro lejano llamándome desesperaba. Abrí los ojos, pero los volví a cerrar porque los sentía pesados y también no tenía las fuerzas necesarias para enfrentarme a la triste realidad de saberme sin el amor de mi corazón, pero el tan característico olor a fármacos me hizo poner alerta. Mis latidos se dispararon y mire a mí alrededor alterada, solo para darme cuenta de que me encontraba en la sala de emergencias.

—Gracias a Dios has despertado—dijo Darla aliviada y con la mano sobre su pecho—Gina y Alessio vienen en camino, les dije que no vinieran por el estado en el que se encuentra tu hermana, pero ella insistió, sabes que Gina es cabeza dura—Sabia que la actitud retadora de mi hermana la molestaba, pero Darla estaba comenzando a vivir con ello.

No sé porque escuchar aquello aumento mis ganas de llorar y no lo reprimí. Rompí en llanto, mientras era consolada porque aquella mujer que a pesar de todo era la única madre que había tenido en la vida. Darla acaricio mi cabello y la escuche sollozar, sabía que mi dolor era el suyo, que mi tristeza también era la de ella, porque a pesar de no haber nacido de su vientre Darla Stevens me amaba.

—Doctor—dijo Darla apartándose de mí rápidamente y camino hacia él— ¿como esta?—pregunto preocupada y yo quería contestar aquella pregunta. Estaba rota y no existía nada que pudiese cambiar aquello, pero aquel pensamiento quedo atrás cuando el doctor pronuncio las siguientes palabras.

—Está embarazada—lo mire y negué con la cabeza por puro instinto, pero de todas formas seguí negando. Darla se llevó la mano a los labios sorprendida, mientras yo no podía procesar lo que estaba escuchando—Tiene unas cuatro semanas, él desmayo fue debido a eso y también tiene algo de anemia—Darla se aproximó a mí y en aquel momento se unió a nosotros mi padre.

— ¿Qué paso? —pregunto preocupado. No podía hablar, Darla sabía que estaba en shock, así que lo llevo aparte para contarle las buenas nuevas, aunque realmente no sabía si eran realmente buenas.

Me lleve las manos al vientre y sentí una gran opresión en el pecho. Siempre me imagine teniendo hijos algún día, pero nunca en estas circunstancias, no sabía si tendría las fuerzas para afrontar todo este dolor y también cargar con una criatura en mi vientre, pero sabía que si Rubén estuviese aquí me diría que mi fortaleza no estaba en lo que podía demostrar, sino en cómo podía afrontar las situaciones difíciles.

La sala de emergencias se convirtió en un caos total de un momento otro, no podía ver nada a través de la cortina, pero sabía que todos los involucrados en aquella masacre habían llegado a este hospital y me baje de la camilla. Mire por un momento a Darla y Rey quienes estaban aún metidos en aquella conversación y camine descalza sin rumbo alguno por aquellos pasillos. La sangre se podía ver en cada rincón, una enfermera me miro, pero corría a socorrer uno de los heridos mientras yo miraba la escena sumida en la tristeza, entonces mire una cara conocida al final del pasillo y no lo pensé, solo comencé a caminar hacia él.

—Jotrov—dije con voz rasposa, me miro asustado y tomándome por los hombros me retuvo para que no mirara el cuerpo que yacía sobre aquella camilla.

—No, por favor señorita—dijo mirándome a los ojos con tristeza, pero yo aparte sus manos de mí y me aproxime hacia él.

Su camisa estaba manchada de un rojo escarlata, su rostro estaba pálido y había perdido toda señal de vida, pero era él, era mi amor, quien al final me dejaba sola para siempre. Me quede de pie junto a él y le tome la mano, estaba fría como un tempano de hielo tan diferente a las que habían tocado mi cuerpo solo unas pocas horas atrás, estas ya no tenían vida. Sentí un movimiento detrás de mí y mire por encima de mi hombro, una enfermera intentaba acercarse, pero Jotrov la detuvo y lo escuche decir unas palabras que me mataron en aquel momento.

—Déjale despedirse— Y allí fue donde la realidad me golpeo y al fin lo comprendí, que aquella sería la última vez que lo vería.

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