Capítulo 21. Volviendome loca

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Genave

Escuche unos pasos acercarse y una sombra bajo la puerta, contuve la respiración. El sudor bañaba mi frente y podía sentir el temblor incesante de mis manos ¿en qué demonios se había convertido mi vida? Era una pregunta que daba vueltas y vueltas en mi cabeza, pero al final no tenía una respuesta para ella, solo sabía que debía confiar en el hombre que estaba allá afuera, porque ya no había forma de regresar el tiempo y lo quería. Quería que Rubén fuese solo para mí, aunque aquello me arrastrara al mismísimo infierno.

Un disparo lleno aquel silencio y luego escuche los pasos alejarse, el sonido de vidrios rotos y luego un incesante murmullo procedente del pasillo, sabía que se trataba de los vecinos y me sentía completamente perturbada, porque sabía que uno de ellos habría llamado a la policía y no sabía cómo Rubén iba a poder escapar de esta situación.

—Genave —lo escuche decir al abrir la puerta, se puso de rodillas y miró bajo la cama, extendió su mano hacia mí y yo la tome aún temblorosa, sentí que en cualquier momento me desmayaría.

Un cuerpo ensangrentado yacía en el pasillo y Rubén me cubrió con su cuerpo para que no lo mirara, podía escuchar las sirenas y el repiqueteo del escuadrón que se acercaba. El pasillo se encontraba lleno de curiosos, mientras Rubén me sujetaba aún con más fuerza cerca de él, entonces los oficiales entraron en la escena, uno de ellos miro fijamente la pistola que Rubén sostenía.

— ¿Usted fue quien llamó a la policía? —Preguntó el oficial a Rubén, lo mire confundida mientras este hacía un asentimiento de cabeza en confirmación.

—Soy oficial de la policía Italiana —dijo mostrando su identificación y no podía creer que él siguiese jugando al policía—Es mi arma de reglamento—argumento al fijarse en que el oficial no quitaba los ojos del arma que tenía en la mano.

— ¿Que paso aquí oficial? —trate de apartarme de él, porque no soportaba seguir siendo parte de aquella farsa, por lo menos estando apartada no iba a sentirme tan culpable, pero él no me soltó, me forzó a estar a su lado.

—Estoy aquí de vacaciones visitando a mi novia y estos tipos llegaron de la nada, creo que tienen que ha sido un intento de robo —el muy zorro era bueno mintiendo, no podía decirles la verdad sobre aquellos tipos y todo lo que decía tenía sentido, pero estaba en territorio americano y eso hacía que las cosas se complicarán un poco más.

Mire por encima del hombro como levantaban el cuerpo del suelo. Rubén seguía charlando con el oficial, como si realmente solo fuera un simple oficial de la policía Italiana y aquello me hizo cuestionar tantas cosas. Esta era la vida que me esperaba si me quedaba junto a él, no había nada bueno en permanecer a su lado, pero me quería aferrar, quería creer que podía sujetarme con fuerza a él para nunca soltarme, porque lo deseaba con todas mis malditas fuerzas.

—Me dicen que eran varios, pero aquí solo hay uno ¿y los demás? —Rubén me miró por un segundo y luego depositó su mirada nuevamente en el oficial.

—Escaparon, cuando escucharon el disparo huyeron, pero el tipo no tuvo tiempo de salir —el oficial me miró con lástima, sabía que mi rostro evidenciaba lo aterrada que me encontraba.

—Debe estar aterrada, les voy a pedir que por unos días se mantenga en la ciudad, por lo menos hasta que identifiquemos el cuerpo —aquel hombre le entregó una tarjeta a Rubén que este procedió a guardar en su bolsillo.

Me aparté de él en cuanto el oficial se marchó y mire el desastre en el que se encontraba el apartamento. Me sentí molesta e impotente y levante la mano para que Rubén no se atreviera a dar un paso más hacia mí, pero me tomó rápidamente por el brazo y llevo mi cuerpo muy cerca del suyo. Aquel hombre era imponente y mi corazón a pesar de todo lo sucedido latía desbocado con su sola cercanía, estaba molesta y asustada, quería una explicación de toda esta mierda, pero la oscuridad de sus ojos me tenía desconcertaba.

—Nos quedaremos en un hotel —dijo a solos pocos centímetros de mi rostro —No necesitas nada y nos vamos ahora —me arrastró con él a la salida y me sentí aliviada cuando me di cuenta de que el pasillo se encontraba solitario y permití que me llevara, porque realmente no tenía otro lugar a donde ir y la casa de mis padres no era una opción.

***

Aquella habitación era lujosa, como el hotel en sí y nuestra puerta estaba siendo custodiada por los hombres de confianza de Rubén. Cruce los brazos sobre el pecho y lo mire quitarse aquel suéter como si todo estuviese completamente normal, como si lo de hace solo un momento en mi casa no hubiese pasado y esto me desconcertaba, la frialdad con la que él miraba todo esto me perturbaba.

—Tú filtraste la información —más que preguntarle lo estaba afirmando —No te paso por la cabeza el hecho de que Noah me culpará a mí —me estaba comenzando a enojar mientras él continuaba en absoluto silencio —Acaso ¿Quieres morir? O ¿qué me maten? —camino hacia mí con cuidado, mientras yo apretaba las manos en puños a mis costados.

—Intento protegerte, intentó alejar a Noah de ti y todo lo que pueda perjudicarte, hice todo esto solo por ti —No entendía qué forma de proteger era aquella, pero sabía que no era la correcta.

—Asesinaste a un hombre.

—Él iba hacia ti —dijo de manera intimidante y con voz profunda.

El calor de su cuerpo me envolvió en aquel momento y sentí mis pezones ponerse duros como rocas. Mi boca proclamaba explicaciones, mientras que mi cuerpo exigía el roce de sus manos y él lo sabía, lo podía percibir en la forma en que sus ojos me miraban, en cómo se relamía los labios mientras observaba mis pechos y como se tensa su mandíbula al contenerse.

—Yo voy a cuidar de ti —dije acariciando mi cabello, mientras con su pulgar acariciaba mi mejilla —Te daré el mundo Genave y no dejare que nunca más te lastimen —sabía que sus palabras eran sinceras, pero aquella maldita voz en mi cabeza seguía gritándome que era peligroso —Se solo mía y no te preocupes por nada —dijo mientras me cargaba sobre su cintura y nos llevaba a la cama.

Estaba volviéndome loca, sabía que está perdiendo los sentidos, porque después de lo ocurrido esta noche debería estar llorando en un rincón y temblando de miedo, pero al contrario lo único que deseaba era que Rubén borrara aquello de mi mente con sus manos y su lengua sobre mi piel. Quería ser suya sin pensar en nada más. Sin pensé en que la muerte nos estaba asechando.

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