Capítulo 20. Sobre mi cadáver

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Rubén

Había tratado de mantener a Genave ocupada todo el día, su móvil había sonado unas cuantas veces, pero me encargue de mandar al buzón de voz aquellas llamadas, se acercaba una tormenta, una de la cual necesitaba mantenerla alejada, aunque sabía que Noah no se quedaría quieto, que trataría de involucrarla y ni hablemos de los que estarán realmente afectados cuando explote la bomba, las cosas estarían realmente turbias y no quería hacer que ella se preocupara.

—Gracias—dijo mientras se acomodaba junto a mí en el sofá, la estreche en mis brazos y deje un beso sobre su frente. Yo era el que debía estar agradecido con ella, porque había comenzado a entender el verdadero valor de tener a alguien junto a ti y agradecía que fuese ella.

Encendió el televisor y trate de persuadirla para mirar cualquier cosa menos la televisión local, pero Genave era abogada y le encantaba mirar las noticias, sabía que iba a ser imposible ocultar lo que ocurriría por mucho tiempo y también sabía que ella iba a darse cuenta de que aquella había sido mi jugada, pero ya la moneda estaba echada y las instrucciones dadas, así que solo era cuestión de esperar que las cosas no se salieran de control.

El rostro de Irma Montemayor apareció en la pantalla y me sentí tenso, aquella mujer era despiadada e implacable, sabía que había validado todos los datos que le había proporcionado y que ahora mismo gozaba con saberse con el poder de poder hundir a uno de los corruptos más grande y si le sumamos a esto que es un hombre de la ley, esto la llevará a la cumbre de su carrera.

Hoy en AN news daremos a conocer el caso de corrupción más grande de la historia, que involucra a uno de los abogados más prestigiosos de todo Nueva York con la mafia Italiana. Todo en tan solo minutos.

Genave se removió incomoda a mi lado y luego vi cómo se iluminaba la pantalla de su móvil nuevamente. El nombre que aparecía era el de Noah Corts y tomó el teléfono de manera apresurada sin darme la oportunidad de poder ignorar aquella llamada esta vez, pero le hice un gesto con la mano para que lo pusiera en altavoz.

— ¿Qué crees que haces maldita perra? —sentí la sangre arder al escucharlo decir aquella palabra, pero sabía que se encontraba alterado y le hice señas a Genave para que le contestara de manera calmada.

— ¿De qué hablas Noah? —le pregunto con cautela. Me miró desconcertada.

— ¡Mi casa está llena de periodistas y la policía también está aquí, te dije que no te atrevieras a jugar conmigo o la ibas a pagar muy caro! —Noah seguía alterado, sabía que estaba desesperado y no tenía escapatoria.

Genave me miró confundida tomé el teléfono y quite el altavoz. Decidí que era yo quien iba hablar con aquel hombre, sabía que aquello me pondría en evidencia, pero se estaba metiendo con la persona equivocada, Genave era una mujer decente, que lo único que había querido en la vida era dedicarse a su carrera y yo la había metido en problemas, supe siempre que si ella hacía ese viaje a Rusia las cosas cambiarían para mal y ahora debía enfrentar por mi error aquellas consecuencias, pero yo no tenía miedo, nunca lo había tenido y debía demostrarle a todos ellos.

—Corts —pronuncie con descaro, burlándome de él.

— ¿Patrovick? —Lo escuché decir confundido —Demonios debí saberlo, ella no tenía la fuerza para hacer esto sola, pero no podrás protegerla, ellos ya van por ella y será demasiado terrible lo que ocurrirá —Sabía que con ellos se refería a los matones de Marco y había llegado el momento de tomar una decisión, entonces se escuchó un golpe seco en la puerta.

Colgué aquella llamada y negué con la cabeza cuando Genave dio un paso para caminar hacia la puerta. Tome la pistola que había colocado debajo del sillón y ella se cubrió la boca con las manos. Esto era uno de los peligros de esta maldita vida. Yo estaba acostumbrado al peligro a la adrenalina de la persecución, al sonido de los disparos y al olor a pólvora en mis manos, pero ella no. Genave no pertenecía a este mundo, esta no era su vida, pero yo ya no sabía cómo alejarla.

— ¿Qué fue lo que hiciste?—preguntó aterrada, mientras se escuchaba de fondo la voz de Irma mencionando los nombres de los involucrados. Genave me miró sin dar crédito a lo que estaba escuchando. Tocaron nuevamente la puerta y los dos miramos al mismo tiempo hacia su dirección. Podía tratarse de cualquiera, pero no iba a tomar ningún riesgo.

—Ahora no puedo darte explicaciones—dije caminando lentamente hacia la puerta—lo que necesito ahora es que vayas a la habitación, te escondas debajo de la cama y escuches lo que escuches no salgas hasta que no vaya por ti—. pude ver como sus ojos se llenaban de lágrimas, pero ahora la necesitaba fuerte.

Genave corrió a su habitación, la escuche cerrar la puerta y yo marqué rápidamente el número de Jotrov, teníamos gente en todo el mundo y Nueva York no era la excepción, así que necesitaba que actuara rápido cuando esto se tornara oscuro. No podía quedar huella, ni nada de evidencia y sobre todo ella tenía que quedar fuera de todo, era por lo que me había arriesgado, era por lo que estaba caminando hacia lo desconocido, sin saber que me esperaba detrás de aquella puerta, podría estar paranoico, pero yo conocía muy bien las mañas de mi oficio.

—Sé que estás ahí —dijo una voz al otro lado de la puerta, una que yo conocía bastante bien—Tu auto estaba abajo Genave Stevens así que no hagas que entre por la fuerza—Mire por el ojo visor y me fije que lo acompañaban tres de sus matones. Sabía que Marcó Antonelli no se resistiría a venir a buscarla, disfrutaba causar terror aunque esa era una parte que no todo el mundo conocía de él y que él mantenía solo para los que consideraba sus enemigos. Ahora la mujer bajo la cama se había convertido en una de ellos.

Apague la luz del pasillo y los escuche rastrillar sus armas. Era un sonido al cual ya estaba acostumbrado, uno que podía reconocer con los ojos cerrados y del que mi padre me enseñó a cuidarme siempre. Un disparo zumbó en la oscuridad escuche como se astilló la puerta y me aleje de ella, me resguarde detrás de la columna que dividía la sala de la cocina y contuve la respiración, mientras escuchaba aquellas pisadas cada vez más cerca.

—Ve a la habitación, yo buscaré por este lado—lo escuche decir en voz baja, pero yo no podía permitir que se acercara aquella habitación. Solo sobre mi cadáver abrirán aquella puerta.

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