Capítulo 47. Vino a salvarme

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Genave

Una sonrisa maliciosa adorno su rostro y por fin lo vi tal cual era ¿cómo pude una vez creer que estaba enamorada de él? cómo pudo pasarme por la cabeza que al fin había encontrado al hombre indicado y en ese momento la venda que cubría mis ojos comenzó a desaparecer y agradecí haber descubierto la clase de ser inmundo que habitaba en su interior, porque si, dentro de él habitaba la maldad.

—No voy hacerte daño—dijo y di un paso atrás cuando vi su intención, quedando ahora en medio de aquel pasillo desolado—A menos que me mientas—puntualizó—Su mirada oscura me causo algo de temor, pero no podía demostrarle lo asustaba que me encontraba.

— ¿Qué quieres?—pregunte con poca amabilidad—Ya no trabajo para Arsher, así que déjame marchar—sus labios se levantaron en una terrorífica sonrisa y Allison se colocó junto a mi justo en aquel momento.

—Genave—dijo, pero su voz se escuchó como un susurro ahogado. Marco la miró fijamente y me di cuenta que la pequeña rubia había llamado su atención. Conocía aquella mirada era la misma que me había mostrado el día en que nos conocimos.

—Vuelve a tu sitio—clavé mis ojos en Allison.

— ¿Porque no me la presentas?—preguntó aquel hombre de manera malintencionada.

—Vuelve a tu sitio Allison—repetí con los dientes apretados. Ella salió de su trance y me miró avergonzada, se marchó rápidamente al tiempo que yo me arriesgaba a encerrarme en aquel reducido espacio con él.

—Es una buena chica, no quieras joderla—la sonrisa se borró de su rostro y caminó hacia de mi manera amenazadora.

La maldita puerta que había cerrado interrumpió los pocos pasos que pude dar para marcar distancia. Marco estaba demasiado cerca y si fueran otros tiempos su cercanía quizás no me molestara, pero ahora las cosas eran diferentes. Ni siquiera lo podía reconocer, pensé que a pesar de nuestras diferencias él siempre sería aquel hombre sutil y amable que yo conocía, pero solo era una coraza que se quebró justo en el momento en que todo su mundo se vio expuesto y allí lo comprendí. Quizás Rubén no fuese tan diferente a él.

—Te lo voy a preguntar una sola vez y debes pensar muy bien cuál será tu respuestas—coloco sus brazos sobre mi cabeza y pude sentir su aliento sobre mi cara— ¿Dónde se esconde Patrovick?

Trate de mantenerme serena para no levantar sospechas, era algo que había aprendido de uno de mis profesores en la escuela de derecho "Si defiendes a alguien que es culpable tus emociones te delataran así que debes mantenerte neutro" lo mire por un largo momento en silencio y pude ver como se ensanchaba la vena de su cuello, estaba ansioso, aquella era mi ventaja.

—Está muerto—dije fríamente y aparte sus brazos con un golpe mientras me acercaba a mi escritorio.

— ¡Eso es mentira!—gritó exasperado, sentí un fuerte latido, pero trate de disimularlo.

—Fue lo que me dijeron, toma—dije pasándole mi móvil, no sé qué maldita estupidez había sido esa, pero necesitaba hacerle entender que no sabía nada—Su número está desconectado y por favor baja la voz estás en una oficina del estado, no en el parque de diversiones—me arrebato el teléfono de las manos y yo trate de seguir en lo mío de manera calmada, un solo gesto fuera de lugar y todo se iría a la mierda.

Me colgué el bolso del hombro con la intención de salir inmediatamente de allí y esperé a que me devolviera el teléfono. Su mirada era como un pozo sin fondo al cual nunca podrás verle el final y yo sabía que a él no le temblaría el pulso para matarme, pero no lo haría, no aquí. Primero debía recuperar todo aquello que había perdido y lo que seguía perdiendo después del escándalo que dejo expuesta a la mafia Italiana y sabía con certeza que Arsher estaba involucrado. Este mundo estaba lleno de mentiras, mi carrera, lo que siempre había soñado era solo una maldita fantasía barata que al parecer nunca se haría realidad.

—Necesitas algo mas o dejaras que me vaya—lo mire desafiante y pase por su lado, por ahora le servía más viva que muerta y aquello era mi maldita ventaja sobre él.

***

Estuve callada e inquieta durante la cena algo que no pasó desapercibido para mi padre, aunque no había dicho nada, podía percibir la interrogante en su mirada y me hubiese gustado poder contarle todo, pero era demasiado arriesgado y peligroso. Fui la primera en levantarme de la mesa y lleve mi plato a la cocina, esta incertidumbre me estaba matando, sentía un dolor en el pecho que por momentos me cortaba la respiración, pero tenía que confiar en él, debía creer que vendría por mí.

Me encerré en mi habitación y me acomode en la silla que tenía mi pequeño escritorio, deje solo la lámpara encendida, simplemente para no preocupar más a Rey de la cuenta. Podía inventar que estaba ansiosa por el trabajo aunque no me creyera, él me conocía como a la palma de su mano, él sabría que esto iba más allá del estrés que me pudiese causar el trabajo. La pantalla de mi móvil se iluminó y era una llamada entrante de Allison, no podía perder el tiempo con ella, pero era extraño que me llamara después del trabajo así que decidí tomarla.

—Al—dije en cuanto conteste. Se escuchó un ruido de fondo como un forcejeo y luego un grito que me paralizó el corazón.

— ¡Genave!—Grito a todo pulmón y sentí un escalofrío recorrerme todo el cuerpo.

El teléfono resbaló de mis manos y salí corriendo como una demente con un solo pensamiento. Nadie más podía morir por mi culpa y las imágenes de Tiffany ensangrentada llegaron de golpe a mi cabeza. La noche estaba fría y sentí como aquella brisa me cortaba los brazos. Escuche la voz de mi padre llamándome desesperado y luego Darla lo acompaño, pero no podía detenerme, no podía simplemente dejar morir aquella chica por una guerra que no era suya. Si alguien debía morir en esta historia esa era yo, entonces unos brazos me atraparon en medio de la calle y luche para salir de ellos, pero fue en vano y cuando levanté la mirada lo vi, tan claro como el solo al amanecer. Él había venido para salvarme.

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