❄Especial 1k❄

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Hoy estaba lloviendo, y me emocionaba mucho, pues amaba todo lo relacionado con el invierno. Sin embargo extrañaba ver las flores florecer o a los niños del pueblo correr alegres bajo el bello sol. Miré de reojo a Yoriichi, quien dormía plácidamente mientras aferraba mi mano con delicadeza.

Entendía su miedo de perderme, pues hace poco me habían dado de alta luego de casi perder mi vida y la de la vida que alberga en mi interior. Sin embargo, había algo que quería hacer.

Solté su mano con delicadeza sin quitarle la vista de encima, para comprobar de que no despertara, y no sucedió, lo que agradecí. Yoriichi tenía el sueño muy ligero, pero este parecía ser mi día de suerte.

Sin embargo, cuando estaba apunto de marcharme, su ronca voz me detuvo.

—¿A dónde vas?

Lo miré con nerviosismo y antes de que me siguiera mirando mal, corrí hacia afuera, con una sonrisa burlona. Pude sentir el olor de Yoriichi tras de mí, pero no me importaba, debía hacer lo que tenía en mente, sino me iba a arrepentir.

La lluvia no tardó en mojarme, y reí como una niña pequeña mientras saltaba en un charco de lodo, que no tardó en ensuciar mis piernas y el borde de mi pijama.

—Narumi. —suspiró Yoriichi en la entrada, a lo que yo lo miré con una pequeña sonrisa—. Entra, te vas a enfermar. No quiero que termines en el hospital de nuevo.

—Tranquilo, no me pasará nada. Confía en mí.

Él entre cerró sus ojos y no pude evitar sonrojarme al verlo con su pijama mal desabrochado, su cabello suelto y las gotitas de agua resbalar por los lugares en donde se lograba ver su piel. Una escena digna de admirar y fotografiar mentalmente. Sin embargo, chillé cuando se acercó a mí para luego cargarme como si fuera una pluma.

—¡Hey, Yoriichi, bájame! —reí.

—Estás muy infantil.

—Y tú me lo dices. —bufé—. Es el embarazo que me tiene así.

Yoriichi se encargó de mojarme con agua caliente y cambiar mi pijama. Yo podría haber hecho todo eso sola, pero me estaba tratando como un bebé, y me gustaba... sólo un poco. Tomé el cuello de su pijama y lo acerqué a mí.

—¿Qué dices si...?

—Me niego.

—¡¿Eh?!

Odiaba admitirlo, pero a veces Yoriichi se ganaba mi antiguo título.

—Bueno, tú te pierdes de hacer el delicioso.

—¿El qué? —me miró confundido y con las mejillas levemente rojas.

—Nada, a dormir.

Y me acosté, esperando el otro día.

Al otro día, cuando desperté, lo primero que hice fue estornudar

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Al otro día, cuando desperté, lo primero que hice fue estornudar.

—Te lo dije. —fue lo primero que dijo Yoriichi cuando abrió sus bellos ojos.

—Buenos días para ti también, querido.

—Te has resfriado.

—Tranquilo, no es nada que no pueda manejar. —sonreí, pero me sentía mal.

Sentía mi cuerpo arder y una molestia en la garganta. Si solo hubiera escuchado a mi prometido... sin embargo, sino cometía esa hazaña, me iba a sentir completamente mal.

Yoriichi llevó una mano a mi frente.

—Tienes fiebre.

Hice un puchero y miré por la ventana.

—Maldición, y el día amaneció tan bonito como para ir a dar un paseo por el pueblo. —miré a Yoriichi y noté que también tenía las mejillas rojas. Llevé mi mano a su frente y maldije—. Tú también.

Nos quedamos mirando fijamente para luego soltar una carcajada. Al parecer los dos nos hemos resfriado.

—Le mandaré un mensaje a esa vieja, quizás tenga las medicinas necesarias. —le comenté y al ver su rostro de preocupación, solté un suspiro y tomé sus manos—. Tú quédate tranquilo, es sólo un resfrío, no le pasará nada al bebé.

—Estoy tranquilo.

—Ja, ja, y yo soy pasiva. —dije con sorna a lo que él me quedó mirando con desaprobación.

Solté una risa nerviosa y mandé a mi cuervo para que fuera a buscar a Kukiko, mi abuela.

Estuvimos esperando un tiempo hasta que ella llegó y nos regañó por haber salido de noche y mientras llovía.

—Ay vieja, no nos regañes tanto. Fue mi culpa que ambos cayéramos en un resfriado. —le dije defendiendo a Yoriichi, quien tenía las mejillas rojas y los ojos llorosos. ¿Tan mal se sentía?

—¡No me llames vieja!

—¡Auch! —me quejé cuando me pegó con su puño.

Mi vieja nos dio unas cuentas medicinas, nos dio el desayuno y nos obligó a mantenernos en cama hasta que la fiebre bajara. Cuando ella se fue, solté un suspiro y tomé la mano de mi amado.

—Cuando sea nuestra hora, quiero que muramos así, tomados de la mano y llenos de paz. Tampoco quiero que nos futuros hijos o nietos lloren nuestra muerte, no me gustaría verlos sufrir.

Lo miré y besé su mandíbula.

—Perdona si te preocupé nuevamente.

—No te preocupes. Me alegra verte feliz porque eso me hace feliz a mí también.

Yoriichi me miró y sonrió. Era una sonrisa bastante inocente, sin embargo, no pude evitar pensar en muchas escenas obscenas junto a él. Me golpeé mentalmente.

—¿Te sucede algo?

—¿Q-qué? No. —desvié la mirada. Estaba segura de que estaba más roja y la fiebre había aumentado.

Yoriichi me sorprendió poniéndose arriba de mí. Me tomó del mentón obligándome a mirarlo a los ojos, y éstos estaban completamente oscuros. ¡Dioses, les pido que tengan compasión de mí!

—Te conozco.

Me besó y no me quedó de otra que seguirle el beso. Si ahora tenía 38°C de fiebre, estaba segura de que mi cuerpo estaba a una temperatura a más de mil. Algo imposible, pero divertido de pensar.

Me reí entre besos. ¡Te gané por segunda vez, Tsugikuni!

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¡Hola! Aaah, muchas gracias por las 1k vistas, estoy muy agradecida.

Este es el especial, espero que les haya gustado. Yo quedé un poco conforme, pues otra escena hubiera quedado mucho mejor.

En fin, me despido, gracias por tanto.

Bel❄

La Dama De Hielo || YoriichixTú (TERMINADA)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang