La dama de Hielo era conocida por su actitud distante y fría que dejaba en cualquier lugar que pasaba, pero eso no prohibía la mirada de los hombres ante la belleza de aquella muchacha.
Sus ojos blancos, parecían dos cuencas vacías y sin vida, pues...
Aquella tranquila chica que estaba bebiendo de su té, lo escupió al escuchar su cuervo hablar.
—¡¿Hablas?!
—¡Caw! ¡Los cuervos tenemos un entrenamiento especial! —comenzó a picotear la cabeza de Narumi—. ¡Comienza a moverte, caw!
—¡Ya te entendí! —gritó quitando de encima a su cuervo—. Yū, ¿podrías explicarme la situación?
El cuervo se posó en su hombro mientras Narumi envolvía unos onigiris en un trapo de cocina y se los guardaba en su haori.
—¡Han desaparecido mujeres en el pueblo del noroeste! ¡Tu misión es infiltrarte en la casa de reposo femenina en la que se dice que habita un demonio!
—Ya veo, gracias.
Salió de la finca mariposa y colgó su espada en su cinturón, mientras iba caminando se topó con Michikatsu. No fue necesario levantar mucho la mirada, pues Narumi era casi igual de alta que los gemelos.
—¿Vas a tu primera misión?
—Sí. —respondió fría—. Nos vemos.
Michikatsu alzó una ceja, era extraño que reaccionara de forma fría con él nuevamente.
—¿Te pasa algo?
«Sí».
—Me pasa algo, pero no quiero pensar en eso ahora. Hablaremos después.
Michikatsu simplemente observó cómo Narumi pasaba por su lado sin mirarle y con una actitud fría que sintió sus huesos congelarse. No sabía el motivo por el cuál estaba así, pero sospechó que se trataba de Yoriichi, ¿acaso de nuevo su gemelo menor volvió a ganarle en algo tan básico como el amor?
Esfumando esos pensamientos de su cabeza, se enfocó en seguir entrenando, pero quedando con un sentimiento amargo en su boca.
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Narumi caminó entre las personas del pueblo. No pasaban desapercibidas esas miradas gélidas que la joven le dirigía a las personas que se quedaban viéndola fijamente, por lo que ellos se asustaban y de manera nerviosa volvían a lo suyo.
Tuvo que esconder su espada entre su hakama para que no le preguntaran el por qué portaba una katana, ya que la institución de cazadores de demonios estaba oculta del gobierno.
Llegó a la casa de reposo en la que tenía que infiltrarse y lo primero que notó fue que la casa estaba en un lugar en donde la luz del sol no llegaba. Eso era una pista importante, pues los demonios odian la luz del sol, además, había un olor particular.
Se adentró a la casa y se acercó a la chica recepcionista, ella tenía una mirada algo asustada, y Narumi pudo oler el miedo emanar de su cuerpo. Esa mujer sonrió, pensaba que la llegada de Narumi iba a ser su liberación del demonio, pues era una mujer joven, hermosa y ese demonio estaba fascinado con comer mujeres.
