La Dama De Hielo || YoriichixTú (TERMINADA)

❄Temor❄

~Narumi~

Yoriichi me había comentado que ya conocía a los Kamado, por lo que me causó un sentimiento de alegría y paz, al parecer esa familia le tiene mucho cariño. Estaba pensando en ir a verlos, pero la verdad es que casi ni me puedo mover.

He estado en cama durante dos meses, y el temor en que mi marca me mate antes de que el feto se desarrolle, me tiene preocupada. Pero Yoriichi, es el más preocupado aquí. No me deja sola en ningún momento, a todas partes tiene que ir él, y la verdad es que no me molesta, me gusta que toda atención sea dirigida a mí, pero me siento mal por no ayudarle con el hogar.

Él me dice que no me tenía que preocupar, que él podía hacer todo solo, a lo que yo me enojé y tuvimos una pequeña discusión en la que yo salí perdiendo. Pelear con Yoriichi era como pelear con Michikatsu.

Michikatsu... ¿cómo hubiera reaccionado al enterarse que iba a tener un sobrino a una sobrina? ¿Habrá cambiado su actitud ante Yoriichi? ¿Hubieran podido llevarse bien? Eran preguntas que cuando pensaba en él, se repetían en mi cabeza una y otra vez.

Era agonizante.

Tenía rencor hacia él, pues me enojaba que haya decidido el camino más fácil a elegir por miedo a morir y por el no ser correspondido a mi amor.

Yo sabía que él me amaba, y yo también lo quería, pero no como lo hago con Yoriichi. Pude haber tenido mis confusiones, pero mi corazón siempre me dictaba seguirlo a él.

La marca de sus dientes reposa en mi hombro como si fuera un tatuaje, pero no me siento culpable de dejarme morder y llevar estar marca conmigo, pues es la forma de expiar mis pecados y recordar el daño que le cause.

—¿Puedo pasar?

Miré a la puerta y asentí.

—Te traje comida.

—Gracias.

—¿En qué pensabas?

Lo miré unos segundos antes de responder, hablar de Michikatsu era un tema delicado.

—En Michikatsu.

Yoriichi se quedó callado y asintió levemente.

—Sé que debería dejar de pensar en él, pero no puedo, la culpa me inunda, ya que sé que fui parte de su decisión, Yoriichi.

Él volvió a asentir.

—Extraño verlo, ¿sabes? A veces extraño esas miradas frías o esas conversaciones estúpidas y sus pequeñas bromas dirigidas hacia mí. —sentí mis ojos llenarse de lágrimas—. Pero jamás lo perdonaré por convertirse en un demonio, y si volviera a tener la oportunidad de matarlo, esa vez, sin dudarlo, lo haría.

Yoriichi se sorprendió un poco por la sinceridad y frialdad de mis palabras.

—Él puede odiarnos en este momento, y tenerlo vivo en una amenaza para nosotros, para nuestro bebé. —confesé—. Siento mucho temor de que sepa nuestro paradero y quisiera hacernos daño, Yoriichi, y tú lo sabes más que nadie.

—Lo sé...

—Pero no te culpo si no pudieras, si yo tuviera una hermana y ella decide convertirse en demonio, no podría matarla, y si lo hiciera, me mataría también.

Yoriichi me tomó de las mejillas.

—Por favor, no pienses más en esas cosas ni en él, todos esos pensamientos harán que afecten al bebé.

—Tienes razón, lo siento. Creo... que me comeré esto y luego me dormiré, me siento cansada.

—Yo te doy la comida.