❄Rivales❄

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Las flores de cerezo crecen en la primavera, y eso significaba que habían dejado atrás un duro invierno para ahora disfrutar los cálidos rayos del sol y el sonido del caudal de los ríos fluir. Aquella joven, miraba embobada a unos niños que corrían de aquí para allá y se tiraban algunas bolas de nieve que seguían intactas en donde el sol todavía no daba.

A veces se preguntaba qué había hecho en su infancia, pero una enfermedad provocó que sus recuerdos más lejanos se perdieran y solo se acordara de los momentos más sangrientos y la viva imagen de su padre falleciendo delante de sus ojos.

Narumi tuvo que convertirse en la líder del clan Hayashi con tal solo catorce años. La gente de su clan no tuvo ningún problema, ya que todos la conocían desde pequeña y confiaban que iban a tener buenos mandatos y organización como su padre.

De su madre no tenía muchos recuerdos, pues se dice que cuando Narumi enfermó, no pudo aguantar ver a su hija así que se hundió en una depresión en la que solo la muerte pudo librarla. La joven muchas veces se lamentaba de eso, y creía que la enfermedad que había tenido fue un mal presagio, ya que no recuerda casi nada, solo nubes borrosas de rostros sin distinguir.

—Narumi-sama, Michikatsu-sama ha llegado.

La joven, se puso de pie y atrapó una flor de cerezo que iba cayendo lentamente. Pensaba que así iba a tener suerte, pues su relación con el líder del Clan Tsugikuni no eran de las mejores.

—Buenos días. —saludó Narumi mirando al joven con sus ojos fríos. El contrario no se inmutó—. He escuchado rumores de que su Clan se está quedando sin muchos víveres, ¿no es así?

—Correcto.

Michikatsu era un joven alto, de cabello negro atado a una coleta y mantenía una mirada calmada, pero Narumi podía oler su molestia a distancias.

—Y quiere que nosotros le demos de algunas frutas y verduras de nuestra huerta... ¿a cambio de qué? —preguntó mientras levantaba una ceja.

—Nuestros clanes actualmente son enemigos, pero si hacemos un trueque, algunos de nuestros hombres pueden venir por las noches a vigilar.

—Vigilar... —repitió—. Yo no necesito más hombres.

Y ahí estaba, la actitud fría y distante de la chica, o más conocida como la Dama de Hielo. Michikatsu tragó en seco, aunque estaban dentro de una carpa y con una lámpara de aceite, la temperatura había bajado demasiado, y esos ojos blancos, como la mayoría de los del Clan Hayashi, eran de temer. Las personas que estaban fuera de la carpa también pudieron sentir ese frío emanar.

—Michikatsu-san, te daré esas frutas y verduras que necesitas, solamente porque no me gusta que la gente sufra y muera de hambre. —dijo poniendo una mano en su cintura—. También les daré semillas y mandaré a un agricultor para que se haga cargo de tú huerta. Esto no puede seguir así.

Él, algo molesto, terminó aceptando.

Narumi salió de la carpa y dio las indicaciones a los de su Clan, todo con una calma tan admirable y una mirada distante, pero amable a la vez. ¿Será ella así realmente? Era la pregunta que todos los que la conocían por primera vez se hacían.

—Gin-san —se acercó a un hombre de unos treinta años—, desde ahora irás al Clan Tsugikuni, tu familia también puede ir, pero necesitamos que sea así. —hizo una reverencia que enseguida fue detenida por el mencionado.

—¡N-no se incline, Narumi-sama! Son órdenes de nuestra superior y nosotros debemos obedecerlas.

La joven levantó la mirada y asintió con una pequeña sonrisa.

—Muchísimas gracias.

Narumi se acercó a Michikatsu y alzó su mirada, aunque ella no era baja, el joven igual le pasaba por unos pocos centímetros.

—"Un samurái debería saber cómo mover a su gente". —narró—. ¿Ocurrió algo? Hace un tiempo, una sonrisa venía plasmada en su rostro, Michikatsu-san.

—Eso no te incumbe.

—Sí, tiene razón, pero no voy a dejar ir a mi gente con alguien del que no sé nada más que nombre y apellido.

Michikatsu chasqueó su lengua. Estaba irritado y quería irse luego de ahí.

—Soy un samurái, eso ya lo sabes.

Narumi asintió.

—Bien, no preguntaré más, Michikatsu-san. Que tenga un buen regreso a casa, y no olvide cuidar de Gin-san y su familia.

Movió su mano en forma de despedida y observó cómo los demás se marchaban. Abrió la palma de su mano izquierda y notó la flor marchita, la mala vibra de esa visita lo había provocado. Enterró con delicadeza la flor y la cubrió con la tierra fresca de la llovizna mañanera.

Levantó un poco su vestido para que le fuera más fácil caminar y se topó con Kiko, su asistente en la casa.

—¡Narumi-sama!

—¿Sucede algo, Kiko? —cuestionó.

—¡¿Ha mandado a Gin y a su familia al Clan Tsugikuni?!

—Sí... ¿hay algún problema? —el tono de su voz era cortante.

—¡Claro! ¡Eran los mejores agricultores!

Narumi se posicionó de mejor manera delante de su asistente y acarició sus sienes con los dedos índices de sus manos. Kiko, a pesar de conocer a la joven desde hace mucho tiempo, no podía evitar sentir una pizca de miedo al hablar con ella, por eso lo disfrazada gritando. A Narumi no le importó que gritara, pues pensaba que a lo mejor no escuchaba bien y era su forma de escucharse.

—Sí, lo eran, lo reconozco. Pero las personas de Clan Tsugikuni necesitan a esas personas más que nosotros. Gracias a Dios nuestras tierras están húmedas dándonos la facilidad de plantar, ¿y ellos? Puede que rivalidad sea con el líder, pero no es con la gente que sufre por culpa de una persona que no sabe llevar el Clan.

Kiko simplemente asintió, pero luego una idea pasó por su cabeza y sus mejillas se sonrojaron.

—¡¿Por qué no se casa con él?!

—¿C-casarme? —tartamudeó. Kiko sonrió, era primera vez que veía a su jefa con las mejillas algo rojas.

Pero lo cierto era que, Narumi jamás había pensando en casarse. Habían algunos chicos del Clan que se acercaban a ella con una intención más allá de la amistad, y ella no se daría cuenta si ellos no se lo dijeran directamente.

—No. —recuperó la compostura—. No y no, no estoy pensando en el matrimonio, y si me llego a casar, será con alguien del Clan para mantener el linaje.

Se retiró dejando a su empleada sola, quien solo pudo esbozar una sonrisa de satisfacción. Sabía que Narumi podía ser fría y considerada una Dama de Hielo, ya que así era conocida por todos, pero sabía que dentro de ese cuerpo, se escondía un corazón cálido y capaz de amar hasta su propio rival.

La Dama De Hielo || YoriichixTú (TERMINADA)Where stories live. Discover now