❄Salvación❄

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Lo bueno de la primavera, eran las distintas flores que crecían en un campo que Narumi solía visitar desde que se recuperó de su enfermedad. Era su remedio para sentirse más tranquila y en paz. Arrancó un par de flores lilas y se sentó en el pasto para comenzar a trenzar una corona, su padre alguna vez le había enseñado a hacerlas, ya que él solía regalárselas a su difunta madre.

Una mariposa azul se posó en su pie descalzo y sonrió con algo de nostalgia.

—Creo que es momento de volver. —se dijo mientras se colocaba la corona de flores y se movía espantando a la mariposa.

Se acercó a su caballo y acarició el pelaje del animal para luego darse un impulso y subir a la montura de su caballo blanco. Su cabello largo y blanco se movía a causa de la fresca brisa mañanera. Debía volver a su pueblo ya que como líder no podía estar ausente tanto tiempo. A veces le hubiera gustado tener más libertad, pero no podía contradecir sus palabras ni dejar el legado y deseo de su padre.

—Narumi-sama, qué bueno que llega. —dijo Sakiko, dueña de casa y madre de tres hijos.

Narumi bajó del caballo y le pidió a dos hombres que lo llevaran al establo para alimentarlo.

—Sakiko, ¿ocurre algo?

—Hemos mandado a algunos hombres al estero del sur, al parecer el agua de los riegos dejó de fluir por la noche. Una roca parece ser la responsable.

—Está bien, mientras que no vuelvan de noche, es perfecto. —dijo mirando los ojos azul clarito de Sakiko.

Era verdad que el Clan Hayashi se caracterizaba por el color de los ojos blancos, pues el color de cabello podía variar según la persona y su familia. Pero muchas veces los hombres se casaban con mujeres que conocían o que el templo del que provenían les otorgaban, por lo que los hijos de esas personas nacían con ojos de colores pero tan claros que podría pasar desapercibido.

En el caso de Narumi, ella tenía que casarse con alguien de linaje puro, así los próximos herederos se mostraban puros y "originales". Pero ella no estaba interesada en nadie, y jamás le gustó un hombre, por lo que nunca antes había experimentado el amor o el sentimiento de sentirse una adolescente enamorada.

Narumi comió algo y luego se sentó en su lugar favorito, mirando las flores de los cerezos. La risa de los niños correr para todas partes era un regalo que, como líder del Clan, agradecía. Tenía un vago recuerdo de ella querer ser madre, pero no estaba segura si eso fue en épocas de su enfermedad o cuando se recuperó de ella.

El sol poco a poco iba bajando hasta que el cielo se tiñó de negro, y su preocupación por sus hombres que no llegaban todavía, le causó un sentimiento de pesadez. Algo atontada, se puso de pie y sacó de un cajón la daga que su padre antes de morir le obsequió.

Se amarró su cabello en una coleta baja y salió de la casa encontrándose con Kiko y otros hombres más.

—Narumi-sama...

—Iré a encontrar a mis hombres que no han llegado desde la mañana. Puede sonar paranoico, pero algo me dice que nada bueno ocurrió en el lugar.

—En ese caso Narumi-sama, puede permitirnos acompañarla. —dijeron dos hombres poniéndose de rodillas en el suelo.

Narumi se quedó mirando a esos hombres con una mirada fría que no pasó desapercibida por los que estaban siendo testigos de la situación.

—Me niego, iré sola. —sentenció—. Y no quiero que ninguno de ustedes me siga. Si algo les sucede a ustedes o a esos hombres que mandaron, será responsabilidad mía.

Los hombres simplemente se quedaron callados, no podían reclamar más. Su líder podía ser algo terca, pero respetaban las decisiones que ella tomaba porque sabían que eran lo mejor para el Clan.

La Dama De Hielo || YoriichixTú (TERMINADA)Where stories live. Discover now