23.

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Aikido.










Tokigawa nos comentará su experiencia ante el encuentro de Ohma y Shibukawa.

—Yo conozco bien a Shibukawa Gouki. Admito que he dudado de sus habilidades por lo fantásticas que suelen escucharse, pero él ha demostrado que en realidad no están tan lejos de la realidad.—dijo.—Cuando le ofreció el apretón de manos a Ohma, sabía que era algún truco, ¡y vaya que lo fue!, Ohma cayó al suelo. Bueno, era más bien como si Gouki lo estuviera acostando contra el suelo.

Si, así mismo fue, Ohma Tokita acababa de ser sometido, ese que venció con técnica y estrategia al gran Jack Hanma, aquel que también derrotó a Hanayama con una técnica prohibida, estaba en el suelo a merced de un pequeño viejo.

¿Qué demonios?

Ese fue el único pensamiento que pasó por la mente de Ohma, de tantos que tuvo antes pero no le dio tiempo de escucharlos con claridad por lo anormal de la situación. Analizó lo sucedido, para entender que acababa de ocurrír, en unos segundos unió las piezas y llegó a la verdadera conclusión.

—¡Éste es el poder del Aikido!

Shibukawa soltó la mano de su invitado, de inmediato se incorporó, por fin su cuerpo no sentía esa anomalía recorriendolo. Ohma, a pesar de comprender más o menos todo eso, todavía estaba confundido, pero, pensándolo ahora con más calma, entendió una cosa:

Es como la redireccion Kata. O eso parece.—Pensó.—Es cierto que la redireccion Kata puede controlar el flujo de energía de tu oponente y usarlo en su contra o a tu beneficio, pero esto... ¿Esto fue igual?, sentía como si me hubieran tirado encima un camión enorme de construcción. ¡Impresionante!

—Supongo que se terminaron las formalidades.—pronunció.—Creo que ya es hora de una prueba.

—Creí que eso era la prueba.

—No.—dijo.—Porque tú todavía no has mostrado tu carta.

—Con que también lo sabes.

Gouki rió.

—¡Te vi usarlo con Jack!—exclamó.—Era lo mismo. Técnicamente.

—¿Cuál es la diferencia?—preguntó curioso.

—El manejó.

—¿Disculpa?

—Es cierto que el Aikido usa el flujo de energía para controlar, contrarrestar, someter y lanzar al oponente en cuestión. Pero, tu técnica, poseé un control un tanto inferior al propio Aikido.

—... No comprendo.

Shibukawa suspiro por la ignorancia del joven.

—¡Es la naturaleza de tu técnica!, es eso lo que lo hace “distinto”.

—¿La naturaleza?—miró sus manos el joven.—Es un tanto complicado, pero en el fondo creo que lo entiendo.

—¿La naturaleza?—dijo, por primera vez, Tokugawa.—Espera, espera y espera. No entiendo nada. Se supone que es lo mismo, ¿no?

Ashura. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora