7.

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El hombre sin miedo.

Cómo se había dicho con anterioridad, Hanayama levantó con su brazo el cuerpo de Ohma y lo chocó contra le pared, ambos la atravesaron y cayeron de un tercer piso hasta el patio trasero. Los otros hombres, preocupados por el estado de su jefe, corrieron hacía afuera.

Ambos peleadores estaban acostados en el suelo, en ese pasto verdoso. El primero en levantarse de ellos, fue Hanayama. Ohma, quien aún estaba medio inconsciente, observaba el cielo, esta vez no había ni una estrella, nada, más bien solo unas nubes negras dejando caer un poco de lluvia. De repente había empezado a llover, era una lluvia suave, parecía como esas nubes estuvieran ahí para la mala suerte de alguien. En noches lluviosas así, suelen pasar cosas terribles.

Ohma miraba el mismo cielo, pero no había estrellas, sólo caía lluvia. El pelinegro, sentía su cuerpo desvanecerse en el suelo, en ese pasto suave, su consciencia se desvanecía, la comodidad, la sensación, la lluvia chocar contra su cuerpo; la mente de Ohma entró en un estado de ensueño. Como si su cuerpo estuviera al límite.

Luego de ser estampado contra el concreto un par de veces, caer desde tal altura, 3 pisos, y habiendo ignorado la advertencia de Doppo, quien le aconsejo no hacer algo tonto luego de ser noqueado; pero Ohma estuvo dispuesto a tomar las consecuencias y así lo hará.

Se empezó a levantar, cuando recobro algo de consciencia, lo que vio fue el caro zapato de Hanayama en su cara, casi pisandolo; reaccionó a tiempo, rodando por el suelo. Se levantó y observó a su oponente, aún sentía esa sensación de ensueño, aquello le hizo recordar ese momento, ese en el cual estuvo luchando con Niko en situaciones extremas en esa isla.

Pero no iba a seguir pensando en eso, ya no. Mientras seguía perdido en su mente, en esas memorias que pensó eran inútiles, Hanayama se preparo para lanzar su golpe. Uno devastador.

—El jefe tiene un movimiento en particular.—empezó a decir uno de los subordinados.—No sé si llamarlo una técnica, pero si lo ves, la única cosa con la que lo asimilaria, sería con lanzamiento de un beisbolista.—dijo.—Si, parecía ser un lanzamiento. Pero en vez de una bola de béisbol, sería ese gran puño. Creo que no tengo que explicarte más nada, sabes lo que ocasionaría un golpe así, ¿verdad?

Usando todo el peso del cuerpo, de ese enorme cuerpo, sumándole a la velocidad que toma al lanzar tal puñetazo, más la fuerza y masa, ese puñetazo fácilmente le arrancaría la cabeza a Ohma Tokita. Un golpe devastador, esa es la mejor forma de describirlo.

Ohma todavía estaba perdido, pero al despertar, al salir de su mente, observó ese enorme puño frente a él. En ese instante, se estremeció, su piel se puso de gallina, los pelos de punta, pero por sobre todo.

—Estalló.

—¿Disculpa?—cuestionó el policía.—¿Estalló?, ¿el golpe de Hanayama Kaoru lo hizo estallar?

—No sé... Bueno, lo dudo.—pronunció.—Es que...—suspiró.—En el momento que el jefe estaba apuntó de golpearlo, Ohma Tokita explotó. Cuando lo hizo, el jefe se detuvo, o bueno, su puño Ohma lo detuvo. Y, ahí fue cuando Ohma Tokita se convirtió en algo aterrador.

Antes de que el puño de Hanayama aterrizará en su cara, Ohma Tokita, quien aún estaba en su mente, había hecho un pequeño cambio tanto en su mente como cuerpo. Un trato.

—Él cambió. Podías ver venas en su cuerpo, su cabello un poco erizado, una sonrisa maniática, y, están lloviendo, pero cuando la lluvia lo tocaba, se hacía humo. Era como si estuviera en llamas. Como un motor.

Ashura. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora