13.

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Desaparecido.

Doppo orochi, la leyenda del karate en carne y hueso, sus manos tan grandes y duras, su rostro cictarizado por un pequeño atentado del pasado, de hace unos meses atrás con un convicto, caminaba por las calles pasando desapercibido entre todos. No buscaba alguna pelea casual para quitarse el aburrimiento, tampoco estaba de paseo, sino más bien se dirigía a cierto lugar.

A las afueras de la ciudad, en una costa llena de almacenes, había cierto de estos donde se suele encontrar un problemático joven. Había pasado un mes desde la última que supo de Ohma Tokita, quien desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Si, ya ha pasado un tiempo desde aquella humillación. Nadie sabía lo sucedido entre Yujiro y Ohma.

Desde hace un mes, Doppo, ha estado visitando ese sitio con la tenue esperanza de volver a ver a ese muchacho. Tal vez Tokugawa tenga razón, se encariño con el joven peleador, tal vez porque se parecía un poco a su hijo, tal vez porque él era conocido de su maestro, o tal vez empatizo un poco solamente. Quien sabe, ni si quiera el propio karateka lo sabe.

—... ¿Qué estoy haciendo aquí?—se preguntó a si mismo observando a la nada.

Pero Doppo no era el único ahí. Un niño rubio de ojos azules estaba caminando alrededor del sitio, observando ventana por ventana para encontrar, seguro, a la misma persona que él buscaba.

El niño se percató del hombre mayor, quienes al hacer contacto visual, Doppo respondió con una sonrisa y el menor se sonrojo nervioso, sintiendose intimidado saludo con su mano y se acercó al más grande para preguntar:

—D-disculpe, señor.—tartamudeo.—¿H-ha visto usted a un chico que siempre viene aquí?

Doppo suspiro.

—No, lo lamento.—contestó.—Estamos igual, pequeño.

—¿E-es usted amigo suyo?—preguntó inocente.

—Soy un conocido.—contestó.—¿Y tú?

—Creo que yo también soy un conocido.—respondió.—¡S-soy su fan!, ¡me gusta mucho como pelea!—exclamó sonrojado de la vergüenza por revelar ello.—¡Siempre lo veo pelear contra pandilleros y yakuzas, otras veces con otros tipos que saben pelear!—imitaba golpes de manera torpe.—P-pero... Él no ha vuelto.—dijo apenado.—He venido michas veces pero no lo he vuelto a ver.

—Te entiendo.—sonrió, mostrando positividad.—No te preocupes, donde sea que él esté, estará bien.

El niño sonrió, feliz.

—¡Si, Ohma es muy fuerte!

Luego de eso, los dos se despidieron y volvieron por sus caminos de regreso. Doppo volvió a su rostro serio mientras volvía a casa.

Ohma, ¿dónde estas?







En medio de la habitación estaba parado un hombre robusto, de piel morena, su cabello negro, largo, atado en una larga trenza que sobrepasaba su cintura, vestido sólo con pantalones negros, observaba el objeto enfrente suya, un costal. Detrás de él, estaba nada más ni nada menos que el hijo de Doppo, Katsumi, quien estaba esperando por ver las fantásticas maniobras de su amigo.

Retsu Kaioh estaba respirando con suavidad, con sus ojos cerrados, sereno y tranquilo, como siempre, educado y paciente; hasta que por fin hizo un movimiento. Se acercó al costal con calma, ha cierta distancia golpeó tres zonas, la baja, la media y la punta, haciendo estallar este, sacándole todo el relleno por detrás.

Ashura. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora