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Respuestas.


Tokugawa bebió un poco de té, fumo de su pipa, calando, exhalo todo el humo, lo inhalo de nuevo y lo dejó salir por su redonda nariz. El hombre delante de él, no era nada más y nada menos que Yujiro Hanma, tenía un cigarrillo entre sus dedos, lo puso en sus labios, caló hasta marchitarlo todo, resoplo todo el humo de este y se deshizo de inmediato de este.

—Así que... ¿Qué te traé por aquí Yujiro?

La pregunta en sí misma le pareció estúpida, resumió esto en su sería mirada al viejo, se estremeció al instante, rasco su barbilla y miró su entorno por un segundo, pensando en lo que diría.

—¿No es obvio?, yo sé muy bien que sabes porque estoy aquí.

Tokugawa pensó: ¿qué podría llamar la atención de Yujiro Hanma?, lo pensó hasta que dio en el clavo, o eso cree.

—Creo que... Es por lo del chico del estilo Niko, ¿no?

—Si.—asintió.

Tokugawa rió, irónico.

—¿Qué es tan gracioso?—gruño el ogro.

—Nada. Es solo que desde que él apareció las cosas se han puesto un poco locas.

—He oído un poco de eso.

—Pero... De todos aquí, ¿que tú estés interesado?, eso no me lo creo.—dijo sincero.—Creía que el gran Yujiro Hanma no se interesaría en un arte marcial porque lo consideraría absurdo.

Yujiro bufo. Sí se llegó a interesar por el estilo de boxeo de Ali jr, era obvio que lo haría por algo tan interesante como el estilo Niko, pero más bien es la historia detrás de eso que le llama la atención y mantiene ciertas espectativas sobre Ohma.

—Hay una historia corta sobre el estilo Niko. Un relato.

Tokugawa frunció el ceño.

—¿Un relato?, cuentame.

—No me quiero extender mucho, seré franco contigo.—Tokugawa asintió emociando y ansioso como un niño.—El estilo Niko, tal vez, se creó para derrotar a un Hanma.

La respuesta fue tan impactante de por si que hasta dejó caer su taza.

—¡¿Qué?!








—Buenos días.—dijo Erioh.

Retsu tembló, estaba sorprendido, jamás se le pasó por la cabeza que sería ese hombre. Su sorpresa fue mucho más grande o terrorífica cuando sintió una fuerza abrumadora brotar de la nada, una sed de sangre tan grande que parecía hacer temblar la habitación entera. El chino se vio envuelto por esta aura de propósito destructivo y transmitir la hostilidad de su poseedor, que era nada más y nada menos que el diablo de los Kure.

—Y su nieto, Kure Raian.—habló Kaku.

Retsu miró a Raian, los dos hicieron contacto visual, el rubio se mantenía sonriente mirándolo fijamente mientras sonreía de oreja a oreja.

—¡El clan Kure!—pensó.

—Ven, toma asiento, Retsu.—obedeció y lo hizo.

Ashura. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora