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Confrontamiento.


Había una taza de café caliente en la pequeña mesa de cristal, en medio de estos dos hombres, mientras que el más alto se encontraba despreocupado con una expresión aburrida, el menor y más viejo estaba extasiado de poder verlo en persona, más sin embargo como de costumbre debe de estar siendo protegido por sus dos guardaespaldas más confiables, Omori Masamichi y Takayama Minoru. El señor Katahara Metsudo no se puede dar tal lujo como ir solo a cualquier lado, es un hombre muy importante para la industria Kengan, y más en una situación como esta, donde la tensión palpita con cada segundo.

Esta era la manera en la que estaban estos cuatros antes del desastre. Yujiro suspiro, no tenía nada, el único que poseía café es Katahara. Él suspiro, aquel que dijo las primeras palabras fue el  anciano con sus ojos abiertos como los de un niño viendo a un superheroe.

—Tokugawa me ha contado de tí. Debo decir que te ves mejor en persona.

Yujiro bufo por lo bajo, estaba ignorando a los tres hombres delante suya, no llamaban su atención. Sabía que aquel viejo tenía ciertas intenciones políticas sobre él, y eso no lo interesa o importa para nada.

—El hombre que derrotó a los Estados Unidos.—sonrió, emocionado.—¡Sorprendente!—exclamó eufórico, para volver a sus cabales.—Escuché que tuvieron que hacer un tratado contigo. Impresionante, pensar que alguien como tú exist-

—Hey.—gruño el ogro, interrumpiendolo. Lo miró a los ojos, haciendo que se estremezca un poco.—Ve al grano. ¿Cuáles son tus asuntos conmigo?

Katahara sudo, trago saliva, nunca pensó que un contacto visual podría ser tan intenso. Estaba nervioso, no era el único, sus guardaespaldas también lo estaban, por sobre todo tenían la guardia arriba por si acaso se presenta cierta situación en donde deban actuar de forma hostil.

—Rápido, no tengo todo el tiempo del mundo.

El contrario carraspeo.

—Lo lamento, no era mi intención molestarlo.—dijo.—Cuando escuché de tí, lo primero que se me vino a la mente fue: ¿y si traigo a ese hombre a los torneos Kengan?

Yujiro ya entendía por donde iban las cosas.

—Creo que puedes estar interesado, sería entretenido que partícipes.—Yujiro frunció su ceño.—Hay muchos peleadores de tu calibre, supongo.—mintió, y esta comparación hizo que Yujiro se enfadara.—Tengo un contrato hecho exclusivamente para tí.

Yujiro, enfadado, sabía que ese tipo lo estaba tomando por tonto; ya él tenía conocimientos sobre los combates Kengan y el único pensamiento que tiene sobre ellos es que son una pérdida de tiempo, que los únicos que van ahí son una banda de perdedores que no tenían nada que mostrar.

Katahara pensaba que Yujiro era un hombre lleno de intereses, lo que él no sabía que los “intereses” de Yujiro son otras cosas actualmente y que él no perdería su tiempo en algo que no le gusta. Por sobre todo, le molesta que lo tomen por tonto. Sucedió una vez y no volverá a ocurrir.

—¿Puedo ver el contrato?—sonrió el ogro.

—¡Oh, por supuesto!, ¡lo tengo justo aquí!—uno de los guardias, Omori, abrió un maletin, de ahí se dio a relucir el dichoso contrato.—¡Lo tengo justo aquí!—lo tomo y se lo extendió.—No se arrepentirá, señor Hanma.

Ashura. Where stories live. Discover now