26.

346 44 8
                                    

Visita inesperada.





Retsu Kaioh estaba junto a su maestro Kaku Kaioh. El más grande maestro de arte marciales chinas y tal vez un reliquia viviente está enfrente de él sólo para una cosa: hablar.

—Maestro.—pronunció, siendo lo más respetuoso posible hacía su persona.—Perdón por haberlo llamado tan de repente.

—Esta bien.—dijo.—¿Qué deseabas?

Retsu trago saliva.

—¿Usted sabe quién es Ohma Tokita?

—No.—respondió.

—Ese hombre, Ohma Tokita, es capaz de utilizar una técnica que se supone sólo los del clan Kure podían.

Las palabras de su alumno movieron algo dentro suya, tal vez era asombro, tal vez era alegría o curiosidad, pero algo despertó en su interior. Una pasión.

—Ya veo.—carraspeo.—Tal vez no sea el removal.

—Eso mismo pensé, pero...—miró seriamente a los ojos de su maestro.—¿No hay algún mo-

—No.—interrumpió, sabía lo que iba a preguntar.—No existe tal cosa como alguien ajeno al clan Kure capaz de usar el removal.—explicó, sacando de dudas a Retsu.—Pero, tal vez este joven Ohma tenga un técnica similar.—el contrario se sobresalto.—Debería de llamar a mi viejo amigo para contarle esto, de seguro él nos ayudará.

¿Un viejo amigo?

—Es alguien muy especial y ínteresante.—dijo.—Yo te avisaré cuando él vendrá. Pero seguro que será mañana.

—Muchas gracias.—hizo una reverencia.—Mañana vendré temprano para platicar con usted y su amigo.

—Ok.









Ohma jadeaba, agotado una vez más, el joven guerrero reflexionaba mientras que Gouki estaba sentado encima suya oliendo una flor. El anciano suspiro, soplo la flor y está voló por los aires.

—Estuviste un poco peor. Vaya decaída.

—No entiendo, ju-juraba que lo tenía.

—Tranquilo, solo te desesperaste.—dijo.—Lo harás bien la próxima vez, eso espero. ¡Al menos que quieras morder el polvo una vez más!

Ohma chasqueo sus labios.

—L-lo dudo.—rió por lo bajo.

Gouki suspiro y se paró, ayudó a Ohma a levantarse.

—Seguiré entrenando. Enserio, le digo que lo tenía pero... Lo perdí de repente.

—Relájate, Ohma. Por ahora descansa y olvidate del entrenamiento.

—Esta bien.

Incomodo y un tanto decepcionado de sí mismo, se retiro pero por lo menos se sintió agradecido de cierta forma de poder sentirse cerca del clímax máximo de todo su entrenamiento.

Si, estuvo cerca.

Pensó Gouki. Miró su mano, estaba temblando, recordó lo sucedido: Ohma y él estaban en una pequeña práctica, justo cuando hicieron contacto sus manos, de repente, Gouki sintió algo en él, lo mismo que sienten sus enemigos cada vez que reciben el poder del Aikido. Esa sensación, el sentimiento, le recordaron a su pasado. Pero, lo que permaneció fue la satisfacción de haber llevado tan lejos a uno de sus alumnos.

Lo recuerdo bien... Muy bien.

Hace unos años atrás, un joven Gouki estaba en un dojo de Aikido, había oído por ahí que iba a ver una demostración de uno de los más grandes maestros de este arte marcial tan enigmático. Dudoso y curioso, sabiendo que tenía el valor para enfrentarse a quien sea y la arrogancia suficiente para plantearle cara a lo que sea, fue a ese lugar.

Cuando estuvo ahí se llevó una gran sorpresa al ver que el maestro de Aikido era sólo un anciano; Gouki era pequeño, pero fuerte, tenía músculos desarrollados tenía una mejor condición que la de un atleta, aparte de que poseía la experiencia marcada en su psique, al contrario de ese viejo, completamente arrugado, pálido, escuálido, no parecía capaz si quiera de matar una mosca. Y aún así, ese mismo anciano fue el que le dio una lección a Gouki.

Intrepidamente lo reto, sin creer en una sola palabra o acción que hizo, prefirió enfrentarse directamente para comprobar si son ciertos o no las leyendas detrás del Aikido. Un joven Gouki, violento y perspicaz lucho contra un viejo maestro de artes marciales, todo terminó en cuestión de segundos, sin saberlo estaba en el suelo, estático, incapaz de mover un dedo solo podía mirar el techo del dojo y la expresión amable de un anciano que no tenía la necesidad de hacerle daño pero no tuvo más opción por culpa del hostil atrevimiento de Gouki.

Desde ese entonces me volví uno de sus discípulos.—pensó. Una sonrisa nostálgica se dibujo en sus labios agrietados.—Realmente estas consiguiendolo muchacho, sigue así.

—¡Gouki!—alguien lo estaba llamando.—¡Maestro Gouki!

—¡Dame un minuto!—vocifero.—Será...

El viejo maestro abrió la puerta y se encontró con una agradable sorpresa.

—¡Baki!

—Hola.—saludo.

—¿Qué te trae por aquí?

—Solo quería visitarlo, para hablar un poco.

—Oh. ¡Claro, claro, ven entra!—lo dejo pasar.—Estaba apuntó de hacer un té.

Al entrar, Baki miró a Ohma saliendo del baño, estaba en calzones negros, ambo se miraron a los ojos por un instante.

—Ah, se me había olvidado decirte que él está aquí.

Ohma Tokita...
















Ashura. Où les histoires vivent. Découvrez maintenant