8.

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Golpe final.





Ohma estaba en apuros, Hanayama llevaba la ventaja en la pelea. Esta era la situación actual, con un enorme Kaoru acercándose a Ohma, quien apenas podía sacar fuerzas para levantarse. Estaba impresionado por la fuerza que había detrás de esos golpes, debía de admitirlo, ese hombre aún lo sigue sorprendiendo.

Un Ohma herido, un Hanayama también; uno por debajo, otro por encima, aún en estados casi similares había una gran diferencia. A este punto la pelea parecía acabada, o por lo menos para los yakuza.

—Claro, eso pensamos todos.—dijo.—¡Pero...!, no fue así. Lo que sucedió después, fue un tanto increíble.

Intentando ponerse de pie, el pelinegro miró a su contrincante, era grande, enorme, con una expresión tan calmada, una mirada tan cortante, suave, brillante, era tan puro a los ojos de Ohma, todo lo contrario a él, un simple chico lleno de resentimiento y ambición por la fuerza. Arrogante, Ohma se resignaba a perder, o tal vez había algo más, tal vez en el fondo de ese chico resentido había un sentimiento de orgullo y honor que no le permitía dar un paso a la derrota absoluta.

O tal vez su convicción y determinación se debían a cierto recuerdo que lo llena de ira.

No todo estaba perdido para Ohma Tokita, y Hanayama Kaour lo sabía; si algo aprendió de esta pelea, es que ese chico Ohma es como una caja de naipes, tantas cartas y distintas imágenes, como un arsenal del ejército. Primero fueron esas técnicas, luego la transformación, ¿qué más podría hacer Ohma Tokita?.

Hanayama Kaoru estaba preparado para lo que sea.

A este punto ya no había un retorno, sonriendo para no mostrarse tan apaleado solo por un par de golpes de su ese gran hombre, tomó su postura, estaba listo para atacar.

Ohma Tokita estaba listo para darlo todo de sí.

Los yakuzas estaban siendo espectantes, de tal vez, la mejor pelea que hayan visto en sus vidas.

—Si algo sabíamos, es que ese conflicto no iba a llegar a su fin haz que uno de lo dos se muera.—dijo. Tomó un puro y lo puso en sus labios para fumar.—La pelea estaba llegando a su fin.

En el fondo, aquel joven yakuza admira la gran fortaleza que tiene el busca pleitos frente suya, tanto así que sonrió y dijo:

—Eres un gran peleador, Ohma Tokita.

El nombrado solo se burló por lo bajo.

—No es momento para ser tan sincero.—dijo.—Es hora de pelear.

Hanayama puso su mano en el hombro del menor.

—Fue una buena pelea, pero hay que acabar con esto.

—... Tienes razón.

El joven volvió a usar una de sus katas, controlando el flujo del cuerpo de Hanayama, solo movía su hombro de cierta forma para controlar a ese gran hombre. Sorprendido, no dudo en atacar, Ohma puso su mano en ese enorme brazo que aún lo tocaba, específicamente en su muñeca, la quebró. Hanayama soportó el dolor, no había tiempo para quejarse, intentó golpear a Ohma pero él volvía a usar esa técnica para evadirlo, en cierta oportunidad, le dio una patada alta en la cara, para luego golpear su plexo solar, Hanayama se estremeció.

Ashura. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora