Capítulo 5.

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He escuchado sobre ti, nada cautivante para mí.

Uno.

Dos.

Tres.

El cuarto golpe hizo que cayera al suelo noqueado.

Trató de levantarse, pero se quedó ahí respirando con dificultad y moviendo su cabeza de un lado a otro, como si tratara de organizar su vista que quedó aturdida.

—Buen golpe.— Dijo George levantándose del suelo y quitándose los guantes de boxeos rojos.

Grace tomó la botella de agua y se la echó en el rostro y luego bebió de ella desesperada. Su cuerpo estaba totalmente sudado, y un hilo de sangre corría por su labio. George se sentó al lado de ella, y también bebió de su agua, y los dos trataron de mantener su respiración.

Siempre entrenaban juntos, casi todas las tardes, aveces boxeaban, y otras veces practicaban artes marciales. George era experto en artes marciales, pero Grace no, sólo en el boxeo.

—¿Te pegué fuerte?— Preguntó un poco preocupada.

—No, estoy bien, tranquila.

George le sonrió, y luego se lanzó al suelo recostándose un poco y viendo el techo. Estaban en el gimnasio de la mansión, era un lugar bastante grande, con bañeras, sauna, habitaciones para masajes, pero muy poco lo usaban. Cuando su madre Cassandra estaba en casa, no había ni una mañana que no entrenara junto a Emma.

—Estoy exhausto.— Murmuró George suspirando.— Creo que debería tomar pequeñas vacaciones del trabajo, pero luego recuerdo que me desespero si no estoy haciendo nada.

Grace se acostó a su lado, y luego vació todo el agua en su rostro, haciendo que George riera ante su acción.

—El sexo desestresa.— Dijo Grace volteando a ver a su hermano mayor.

—Lo sé, pero no tengo tiempo.— Confesó.

—Sólo consigue una hora y ya está.

—Grace, necesito más de una hora para tener un buen sexo.— George la miró de vuelta y Grace resopló.

—Sólo busca tiempo y ya.— Sugirió.— Puedo buscarte a alguien.

—Siempre lo haces.— Sonrió.— Y siempre salgo muy satisfecho.

—Tengo buen ojo.— Dijo Grace elevando sus cejas de manera pícara.

George le sonrío, y luego volvió a ver el techo, y su sonrisa fue desvaneciendo lentamente, Grace lo miró de reojo, sabiendo que había algo que no dejaba tranquilo a su hermano, ella no quiso preguntar, pero George sabía que podía decirle cualquier cosa sin que ella preguntara.

—Hay una chica que me gusta.— Confesó suspirando.— Tiene 22, hace pasantías en mi hospital, es bastante olvidadiza, muy insegura, pero también muy molesta.— Sonrió.— Sus ojos son de un color avellana, su cabello es negro, y es de estatura baja.

—¿Y qué haces al respecto?

—Nada.

Grace lo miró con su ceño fruncido y George sólo seguía viendo el techo con aquella sonrisa de enamorado, pero volvió a desvanecerse.

—Soy nervioso.— Susurró apenado.— He estado con muchas mujeres, a mis 25 años no he podido mantener una relación estable, pero si puedo tener sexo sin pena alguna, pero ella hace que mi seguridad se vaya por un acantilado.

—Harás esto.— Grace se sentó en el suelo y George la miró con atención.— Vas a acercarte, le sonríes, haces la mejor mirada de seducción con tus perfectos ojos azules, luego pasas la mano por tú cabellera rubia y le dices "Nena, no puedo conquistarte, pero tengo una hermana que es bastante promiscua, y seguramente sí caerás ante sus encantos."

¿Te quiero a ti? ¡No! ¿En tú mirada? ¡Menos! #3Where stories live. Discover now