Capítulo 34.

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¿Han visto un demonio renacer?

Grace suspiró y luego vió a su madre, quién aún veía la escena de Cassandra tirada en el suelo inconsciente, estaba con su bata blanca llena de tierra y tenía una herida en su ceja derecha.

—Ya puedes decirles a los policías que procedan, antes de que sea tarde.— Dijo Grace a su madre.

Emma estaba seria, concentrada viendo aún el panorama mostrando a Cassandra y los tipos en el suelo fumando un cigarrillo.

—Esperen aquí.— Fue lo único que dijo.

—¿A dónde crees qué vas?— Preguntó Grace viéndola intrigada.

—Lo verás.

Salió del laboratorio de Grace, y la castaña rápidamente comenzó a seguir su madre por las cámaras de seguridad.

—Grace, ¿Qué crees qué hará?— Preguntó Luke nervioso detrás de ella.

Grace no dijo nada, sólo miraba con atención los movimientos de su madre, estaba observando cada detalle de ella, su manera de caminar y su gran seriedad espeluznante.

Emma entró a su habitación, y caminó hasta su pared izquierda y colocó la mano en ella, y una luz azul la escaneó, y se abrió una caja fuerte, donde estaban las armas favoritas de Cassandra. Tomó una en sus manos y la otra la guardó detrás de su espalda.

—Ay no.— Murmuró Lewis viendo a su madre salir por el pasillo.

—No digas nada, silencio.— Ordenó Grace.

Emma salió detrás de la mansión, pasó desapercibida de sus familiares, y sólo caminó hasta el bosque adentrándose a los árboles. Iba a pasos rápidos pero bastante sigilosos. Caminó hasta el lugar donde estaban ubicados aquellos tipos alrededor de 15 minutos.

—Venus, manda al hombre de confianza de mi madre con ella, que no la detenga, sólo que la vigile por si algo malo sucede.— Dijo Grace.

—Entendido, señorita Grace.

Emma se detuvo detrás de un árbol y miró rápidamente a Aren quién aún seguía en el suelo fumando, tenía un arma en sus manos, y el gemelo de Harald también.

No espero mucho tiempo, y apuntó hasta Aren y le disparó en toda la frente, y rápidamente le disparó en las manos al gemelo y este gritó por el fuerte dolor.

Emma salió detrás del árbol y caminó hasta el gemelo, aquél hombre se retorcía de dolor por las heridas de balas en sus dos manos, y luego miró a Emma con rabia. No podía tomar su arma porque sus manos quedaron hechas un desastre, y su primo estaba muerto.

La rubia lo levantó del cuello y lo sentó con brusquedad contra el árbol.

—¿Cómo te llamas?— Preguntó ella viéndolo fijamente a los ojos.

Él la miró con rabia, y le escupió, pero Emma sólo se quitó su saliva del rostro con delicadeza y volvió a verlo. Aquella mujer estaba seria, su aspecto había cambiado a uno completamente diferente a lo que ella siempre mostraba, una Emma amable y llena de confianza. Pero esta Emma era una versión enigmática, seria y con mucha sed de sangre.

—Voy a darte solo dos segundos para decirme tú nombre, o si no, le dispararé a una de tus bolas, tú sólo piénsalo.— Dijo ella con su voz neutra viéndolo fijamente.

—Haakon.— Dijo él sin despegar su vista de Emma y tratando de no hacer muecas de dolor.

Emma lo miró un momento y luego miró a su esposa en el suelo aún inconsciente.

¿Te quiero a ti? ¡No! ¿En tú mirada? ¡Menos! #3Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora