Capítulo 23.

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Sólo deseo más y más.

AGNES

Sus besos me parecían los más peligrosos y delirantes que alguna vez había probado, jamás creí estar tan desesperada porque me hiciera suya, jamás creí desearla dentro de mí.

Pero lo hago.

La deseo tanto que no puedo esperar un minuto más.

Grace besó mis labios con gentileza y una suavidad tan tentativa, no sabía como hacer esto, simplemente me dejaba llevar, pero aveces me desesperaba lo lento que me besaba.

Ella estaba sin camisa sólo con su brasier blanco, tenía su piel totalmente fría, y su pecho estaba rojo, la vena de su cuello se había pronunciado bastante que era enloquecedor, se veía tan excitante.

Aunque su piel era increíblemente blanca, tenía unos pequeños lunares en sus senos. Su lengua volvió a entrar en mi boca con más firmeza y yo suspiré al sentirla tan caliente.

En un segundo me levanto sobre su regazo y me llevó hasta la cama, debo admitirlo, estaba muy asustada.

Porque primero, era virgen.

Segundo, Grace lucía tan intimidante y perfecta con brasier.

Tercero, le tengo terror al dolor.

Ella se levantó con cuidado y se quitó sus zapatos, y volvió a subirse encima de mí, y me besó con lentitud.

—¿Segura qué quieres hacerlo?— Preguntó en medio del beso.— No voy a negártelo, pero me encantaría ser la primera, pero tampoco quiero forzarte.

¿Cómo le decía qué estaba totalmente desesperada por qué me hiciera suya desde aquella vez que me vió desnuda por primera vez?

—Dios, sí.— Murmuré y la volví a besar.

Sabía perfectamente que Grace era experta a la hora de tener sexo, pero justo en este momento sus caricias eran débiles, inseguras, frías como siempre, me tocaba como si no quisiera romperme, pero me gustaba.

Sus manos subieron mi camisa y luego la lanzó a alguna parte de la habitación, y volvió a besarme, sus dedos acariciaban mi abdomen lentamente y luego subía hasta mis pechos y los apretaba por encima del brasier. Solté un pequeño suspiro entre sus labios, era tan exquisita la sensación que me hacía sentir, tanto que rodeé mis piernas en su cintura y la pegué a mí.

Sus labios bajaron a mi cuello con lentitud y su lengua lamió cada parte de esa zona. A este punto mi braga estaba empapada, y sentía como mi centro palpitaba.

Subió su boca hasta el lóbulo de mi oreja y lo mordió con suavidad y mi cuerpo entero se erizó.

—¿Música para la ocasión, señorita Grace?— Venus había hablado y yo me asusté.

Grace soltó una pequeña risa y volvió a besarme.

—Sí, Venus.— Dijo ella más alto y yo comencé a reírme.—Luces bajas y rojas.

—Entendido, señorita Grace.— Dijo Venus y rápidamente sonó una melodía bastante suave y erótica, la habitación se oscureció y unas luces rojas resplandecieron.

¿Te quiero a ti? ¡No! ¿En tú mirada? ¡Menos! #3Where stories live. Discover now