Capítulo 13.

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La sarcástica y excéntrica mirada de Cassandra Hamilton.

Agnes caminaba con pasos rápidos, no apurados, pero si los suficientes para querer salir de la universidad. Tenía una sonrisa en el rostro un tanto placentera por el ardor que tenía en su mano, sabiendo la causa del porqué.

Jamás se había sentido tan feliz de golpearle la mejilla a Grace.

Grace era todo lo contrario en ese momento, venía con pasos lentos, su cabeza venía totalmente cabizbaja y de vez en cuando tocaba su mejilla sintiendo lo caliente que estaba.

—Agnes.— Murmuró Grace pesadamente mientras iba detrás de la pelirroja.

Agnes volteó a verla y retrocedió para estar al lado de ella.

—¿Mm?

—¿A dónde vamos?— Ella se detuvo con sus ojos cerrados y se recostó de la pared.

Estaban cerca de la entrada, pero Grace tenía un aspecto deteriorado, su rostro estaba más pálido de lo normal, sus ojeras estaban muy intensificadas, y sus manos estaban temblorosas.

Agnes la tomó del brazo y lo pasó por su cuello, para que Grace se apoyara de ella, no podía ni siquiera caminar bien por si sola, y sus ojos se cerraban pesadamente.

—¿Dónde están las llaves de tú camioneta?— Preguntó Agnes caminando junto a ella hasta la salida.

Grace como pudo las sacó de su chaqueta y se las entregó torpemente a la pelirroja. Al llegar a la camioneta, abrió la puerta del copiloto y ayudó a Grace a subir en ella, le colocó el cinturón y de inmediato Grace soltó una gran respiración y cerró sus ojos.

Agradecía mentalmente de que la ubicación de Grace estaba en el gps de su camioneta, y se dispuso a manejar hasta ese destino. Manejó alrededor de media hora, y al llegar, el portón de su gran mansión se abrió instantáneamente al ver la camioneta de Grace parada en todo el frente.

Agnes colocó en marcha la camioneta, y miraba cautelosamente aquél lugar, aunque la mansión de sus abuelas era muchísimo más grande, la de Grace era increíblemente moderna, y tenía una fachada tan poderosa, haciéndola ver como una mansión tan deslumbrante y elegante.

Se bajó de la camioneta una vez que la estacionó, y caminó hasta la puerta del copiloto y la abrió. Suspiró pesadamente al ver a Grace otra vez dormida, los mechones de su cabello caían rebeldemente por su rostro, y era la única manera de no verla temblar, ya que estaba rendida.

—Grace, llegamos.— Dijo Agnes cerca de su oído.

Pero nada.

—Grace Hamilton, hemos llegado.— Habló un poco más alto.

Y sólo se escuchaba la respiración tranquila de Grace.

—¡Grace!— Exclamó esta vez más fuerte Agnes.

Pero nada.

—Maldición.— Murmuró para si misma.

Lo pensó un momento, y tomó una gran bocanada de aire, miró por los lados, y sólo vió algunos vigilantes rondando la mansión, y el jardinero podando el césped. Agnes volvió su vista a Grace, quién estaba rendida en un profundo sueño.

¿Te quiero a ti? ¡No! ¿En tú mirada? ¡Menos! #3Where stories live. Discover now