Capítulo 21.

708 75 0
                                    

Es hora de sentir miedo.

El reloj marcaba las 10:38 pm, dejó su celular conectado al cargador, y se acomodó mejor en su cama para poder dormir.

Aunque no tenía el sueño suficiente, debía intentar conciliar el sueño, así que sólo cerró sus ojos. Tuvo que pasar alrededor de una hora para quedarse profundamente dormida.

Escucha sus pasos retumbando el suelo, sus zapatos finos sonando lentamente golpear, y su típica fragancia encantadora.

Abrió la puerta lentamente, y la miró.

Sus ojos azules estaban brillosos, tenía una camisa blanca haciendo lucir sus músculos bien tonificados, incluso podía notar sus cuadritos del abdomen. Él entró sigilosamente, pero antes de hacerlo miró hacia atrás para asegurarse de que no había nadie, y luego cerró la puerta detrás de él.

—Agnes.— Susurró al verla cubierta completamente con sus sábanas mientras ella sudaba.—Diablos nena, estás temblando.

Ella no dijo nada, sólo lo miró.

Él se acercó hasta la cama y se sentó a su lado y acarició su mejilla con suavidad.

—Me he tenido que colar para verte eh.— Dijo con una sonrisa pícara.— Hasta enferma te ves tan hermosa, mi Agnes.

Su caliente mano fue hasta sus labios y los dejó ahí por un momento, antes de que él se acercara para besarlos, ella se hundió en su cama y cerró los ojos con fuerza antes de sentirlo.

Se levantó de golpe, sus ojos miraban la habitación de un lado a otro con desespero, y su respiración estaba agitada. Se llevó la mano hasta su nuca, pero como siempre estaba seca, sentía el agua fría en ella, pero cuando lo toca no hay nada.

Trató de mantener su respiración tranquila, y volvió acostarse, miró la hora en su reloj y este marcaba la 1:15 am.

Pero antes de que volviera a cerrar sus ojos, la puerta de su habitación se abrió, y ella levantó la vista para ver.

Era Grace.

Venía vestida igual como las dos veces que se había colado por su habitación, no iba a negar que le gustaba mucho cuando vestía completamente de negro, y sus ojos estaban en un gris con un destello de amarillo.

Cerró la puerta lentamente y caminó hasta la cama de Agnes, y como si fuera una rutina para ella, se sentó y quitó sus botas negras.

—¿Pesadillas de nuevo?— Preguntó Grace con su voz totalmente ronca y grave.

Agnes asintió y volvió a acostarse, no iba a preguntarle a Grace cómo había entrado nuevamente, porque era estúpido esperar que la castaña te diera una explicación lógica, jamás lo hacía. Sólo sintió como su cuerpo se hundió en la cama junto a ella, y la abrazó por la cintura.

Su fragancia adictiva y exquisita llegó hasta sus fosas nasales embriagando cada parte de su sistema, como siempre, Grace estaba completamente helada, sus manos estaban tan frías, y su cuerpo sólo desprendía un aire frío bastante aterrador, pero para Agnes no, a ella le gustaba ese frío.

—Grace.— Susurró Agnes acariciando los dedos de la castaña con suavidad.

—¿Mm?

—¿Por qué vienes siempre a esta hora? ¿No te da miedo?

—Tampoco puedo dormir.— Respondió.— Y no, jamás he sentido miedo, creo.

—Me gusta dormir contigo.— Confesó la pelirroja y Grace la apretó más a su cuerpo.

¿Te quiero a ti? ¡No! ¿En tú mirada? ¡Menos! #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora