CAPÍTULO 10.

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—Habrá una escena que no sé si será del agrado de ustedes, sorry, a mi parece algo interesante de experimentar.


Grace Austin.


Dos días después estoy de camino al aeropuerto para buscar a Lucas, mi auto lo uso muy poco, digamos que Camila tiene una obsesión con cuidarme y odia que yo maneje. En este caso hice una excepción y me escapé, pero lo hago feliz porque me siento libre conduciendo y algo emocionada por recoger a Lucas.

Tengo el día libre, o al menos eso creo, así que voy muy cómoda, tengo  una camiseta blanca holgada y unos leggins negros, tengo unos lentes de sol negros sobre el tabique de mi nariz y mis fieles tenis color blanco.

Media hora después llego al aeropuerto y media hora después de buscar donde estacionarme, me bajo del auto y por alguna razón estoy bastante nerviosa. Las grandes puertas del aeropuerto se abren y me dan paso, muchas personas van y vienen solos o con su familia. Sí, no extraño viajar para nada.

Espero que nadie se de cuenta que soy yo, necesito estar en paz, he trabajado demasiado y solo quiero dormir en paz. Aún faltan dos minutos para que su avión aterrice, así que camino a comprarme algo de comer.

Pido un Iced Coffee y me siento en una de las mesas para esperar, reviso mi redes sociales y mi corazón no deja de latir apresuradamente.

Grace, es solo Lucas.

Sí, es solo el tipo que vivirá en tu casa por un mes y te follará todo los días que se quedará.

Algo casual.

Mi teléfono vibra indicándome un mensaje.

Lucas bobo: Estoy aquí, Bambi.

¿Cómo se respiraba?

Con rodillas temblorosas y mi Iced Coffee a medio beber me levanto de la mesa y me encaminó hasta el lugar donde las personas salen del embargue.

Lo veo entre la multitud, tiene una gorra negra hacia atrás, una camiseta del mismo color, un jean mezclilla y unos tenis negros también.

¿Estaré babeando?

Con cuidado me acerco a él y nuestras miradas conectan, me sonríe y yo también a él.

—¡Hola!—Lo saludo cuando estamos frente a frente.

—Bambi, que bonita estás.—Dice.

Quiero besarlo, pero me controlo.

Abro los brazos para darle un abrazo claro está. Él lo recibe gustoso, rodeándome con sus brazos en mi cintura y por obvia diferencia de altura, mis pies ya no tocan el suelo cuando él se incorpora.

—Se siente como que alguien me extraño.—Bromeo en su oído.

—Digamos que unas fotos me motivaron hacerlo.—Se burla también y me deja en el suelo.

Siento mis mejillas calentarse, nunca había enviado nudes, se siente algo nuevo.

—¡Cállate!—Lo riño.

Segundas oportunidades. ("Somos" libro #3)Where stories live. Discover now