CAPÍTULO 20.

4.3K 440 266
                                    


Lucas Henderson.

—Y esa es la una de las tantas razones por la cual debe de vendernos el terreno. —Termino de explicarle al maldito jefe de esta compañía.

La única razón por la que me quedaría aquí es Grace, es una gran chica; un amor y me pesa dejarla sola.

—No me convences muchacho. —Junta sus manos y me mira expectante. Estoy a nada de decirle que se vaya al carajo y no me venda nada, pero cuando recuerdo que de esto depende mi trabajo en Inglaterra, se me pasa.

—¿Por qué? Creo que merezco razones, no una simple respuesta como me la ha dado a lo largo de las semanas.

—Tu prepotencia conmigo, déjala.

—Lo siento, señor. De esto depende mi trabajo en mi país, y bueno, tengo un hijo que mantener. —Suspiro. —No quiero ser maleducado, pero este es mi trabajo y si hay una pequeña esperanza de convencerlo, créame que lo haré.

—Me gusta tu perseverancia.

—Gracias.

—Sin embargo, como te dije aún no estoy convencido, siento que le falta algo más a la propuesta.

Creo que me saldrá un tic nervioso en el ojo por este hombre, ¡Jesús! Dame paciencia.

—¿Más dinero?

—Sí, teniendo en cuenta de que ustedes son que lo quieren comprar un terreno que ni siquiera se encuentra en venta. —Sonríe con burla. El maldito se está riendo en mi cara.

—Entiendo.

—Vuelve mañana, quiero escuchar esas razones de nuevo. —Mueve su mano en señal de que salga de la oficina y vuelve la vista a sus papeles.

Paciencia.

Paciencia.

Paciencia.

Paciencia.

Pongo los ojos en blanco cuando salgo de la oficina.

Mi vista se detiene en la castaña que se acerca a mí a paso tímido, pero coqueto.

—Hola, Lucas. —Es la secretaria que me atendió la última vez que vine. Si mi memoria no falla, se llama Ángela.

—Hola, Ángela. —Recibo sus dos besos en mis mejillas.

—¿Cómo estás? —Bate sus pestañas y me da una sonrisa.

—Bien, ¿Tú que tal llevas todo?

—Bien, gracias. —Hay un silencio incómodo. —Dirás que soy lanzada, pero bueno...Me gustaría saber si quieres salir conmigo esta noche.

Repaso mentalmente si tengo algo que hacer esta noche. No, no tengo nada que hacer y Grace no estará en casa, o eso creo.

—Vale, pero, no vivo aquí en Italia por ende no tengo coche. —Anuncio.

—No te preocupes, puedo pasar por ti. —Me sonríe. —Dame tu número.

Intercambiamos números y quedamos para esta noche. Por motivos de la privacidad de Grace no puedo darle la dirección del edificio, así que me recogerá en otro punto.

Cuando vuelvo a la casa de Grace, ella no está, lo cual tampoco me sorprende, estoy empezando a creer que mi presencia le está incomodando, apenas me dirige la palabra, sin contar que no hemos tenido ningún contacto sexual desde el día que le cayó la salsa china en el pecho, lo cual paso hace 3 días.

De todas formas, me deshago de mi asfixiante traje negro y me pongo cómodo, pido comida y mientras espero inicio una llamada con Susan.

—Hola, Susie. — La saludo cuando aparece en mi campo de visión, tiene la nariz y ojos rojos, estuvo llorando.

Segundas oportunidades. ("Somos" libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora