CAPÍTULO 29.

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Grace Austin.

Corro por las calles desiertas de Milán mientras Wildest Dreams de Taylor Swift llena mis oídos, la canción me recuerda demasiado a Lucas, pero no quiero dejar de correr, es una medicina, corro hasta que no puedo más, una forma de ahogar mi dolor.

«He's so tall and handsome as hell

He's so bad but he does it so well

I can see the end as it begins.»

«My one condition is

Say you'll remember me standing in a nice dress

Staring at the sunset, babe

Red lips and rosy cheeks

Say you'll see me again

Even if it's just in your wildest dreams, ah-ha

Wildest dreams, ah-ha.»

No, no y no. Freno en la acera y cambio la canción, lo siento Lucas, pero no estoy de humor para pensarte. He pasado de hacerlo en estos días, me he concentrado en reunir el valor necesario para hablar cara a cara con Kaden. Hace casi 4 días Lucas se fue de mi vida y no he podido sentirme mejor desde entonces.

Pero, vamos pasito a pasito, ¿No?

Sigo corriendo, pero ahora de vuelta a casa, cuando llego me quito los audífonos y empujo la gran puerta de cristal para entrar al edificio, saludo al botones y me dispongo a caminar hasta el ascensor.

—Señorita Austin. —Me llama el botones el cual desconozco su nombre, me giro para mirarlo. —Dejaron esto para usted. —Me tiende un sobre blanco.

—Gracias. —Le sonrío y lo tomo. Me dirijo al ascensor y marco mi piso.

Cuando estoy en mi piso dentro de mi apartamento me sirvo un vaso de agua y abro el sobre.

Es una maldita denuncia, era de esperarse. Me llevo las manos a la cabeza cuando veo todos los malditos ceros que tiene este maldito papel. Si antes me faltaba valor para llamar a Kaden ahora me sobra.

Busco mi teléfono y desbloqueo su número, lo marco y me lo llevo a mi oreja.

Unos segundos después contesta.

—Sabia era cuestión de tiempo para que llamaras, preciosa. —Murmura y siento un escalofrío de los malos recorrerme toda la espalda.

—¿Qué quieres de mí? ¿Dejarme en banca rota?

—No si vuelves conmigo.

—Tomémonos un café o tengamos una cena, somos adultos, ¿No? No tenemos que llegar a este nivel.

—Tú me has hecho tener que llegar a ese, no era tan difícil concederme una cita, ¿O sí?

—Será donde yo quiera y cuando quiera.

—Que mandona, antes no eras así.

—Nos vemos Kaden. —No dejo que se despida y cuelgo.

Maldito mil veces, lo odio.

Mi vida hace unas semanas era tan diferente que me molesta no haberla valorado más, disfrutar más su sonrisa, sus besos, sus caricias. Aún tengo una de las pocas fotos que nos tomamos.

La busco en mi celular y cuando la consigo no aparto mis ojos de ella hasta que mis ojos arden por las lágrimas. Estamos en mi sofá y yo estoy en sus brazos mientras sonreímos. Que efímeras pueden llegar a ser las cosas que tanto queremos y que tanto nos hacen felices.

Segundas oportunidades. ("Somos" libro #3)Where stories live. Discover now