CAPÍTULO 28.

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Grace Austin.

Me limpio las lágrimas y me ordeno parar de llorar, tengo demasiadas cosas que resolver por ahora. Si me quedo llorando toda la noche por Lucas todo se irá al carajo.

Me doy un baño que pretende apaciguar mis penas y recojo mi habitación, solo soy yo de nuevo, como debió ser desde un principio. Camino hasta la sala y me dejo caer en el sillón.

Necesito el número de los amigos de Kaden, Víctor y Nate...No quiero revivir el pasado, pero es la única forma de resolver mi presente.

Corté todo lazo con ellos hace años, la única forma de llegar a ellos es por medio de Enzo, tiene bajo su poder millones de personas que podrían conseguirme sus números en menos de nada.

Busco en mi teléfono en número de Enzo, marco y lo llevo a mi oreja.

¿Amore?

—Ciao, Enzo.

—¿A qué se debe tu llamada?

—Necesito un favor de tu parte, pa.

—Tú solo pide.

Lucas Henderson.

No estoy ni un puto segundo solo y eso empieza a colmar mi paciencia, no es que puedo pedir mucho, me he colado en la habitación donde se está quedando mi hermana Susan, que de hecho tiene cama matrimonial, si quería tener sexo con alguien le acabo de truncar los planes.

Tyler duerme en la cama y yo me encuentro en el balcón teniendo una excelente vista de Milán.

—Te entiendo. —Escucho la voz de Susan.

Miro sobre mi hombro, pero no está sola, también está Brooke...No quiero escuchar sus reproches, no me interesan.

—Brooke, si vienes a reprocharme mis acciones de hace un momento te puedes ir, no creas que me las voy a tragar solo porque tú tienes una vida de cuento de hadas. —Suelto de mal humor.

—¡Hey! —Susan me pega en el hombro. —No le hables así, es nuestra hermana pequeña.

Ruedo los ojos.

Brooke se pone frente a mí, la miro a los ojos y se encuentran cristalizados.

—Lo siento. —Dice. Yo no digo nada. —Yo solo quiero verte feliz y me enoja ver como el único que daña su felicidad eres tú mismo...

—No estoy dañando mi felicidad, ¡Cuido de mi hijo! ¿O qué? Soy padre, ser esposo u novio dejó de ser una prioridad para mí.

Brooke se pone de cuclillas y nuestros ojos se encuentran, aparto la mirada de sus ojos porque odio verla llorar.

—Mi vida no es un cuento de hadas, solo para que lo sepas. —Suspira. —Pero si así lo crees, te cuento que es porque nunca he dejado de luchar por lo que me hace feliz, por lo que me hace sentirme plena. No huyo de la felicidad, no la espanto. Porque me la merezco, tú también te mereces ser feliz.

—¿Crees que queremos verte toda la vida pensando en lo que pudo ser con Alice? —Continua Susan. —No, nosotras queremos verte feliz. Sin embargo, te entiendo. Y no te voy a forzar a recuperarla, si es que en algún momento piensas hacerlo.

—Entendemos que tu hijo está primero y tú estás primero para nosotras, te apoyamos en lo que sea, pero también podíamos ver lo feliz que ella te hacía, el bien que te hacía. —Sigue Brooke.

—Alice nunca salió de mi cabeza.

—Debes ir a un Psicólogo, Lucas. —Habla Susan. —Nosotras podemos estar para ti, pero eso que te pasa es tan normal como anormal. No puedes seguir amándola, no te digo que la odies porque ni al caso, pero no la ames.

Segundas oportunidades. ("Somos" libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora