Capítulo 5: Biblioteca.

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Ya llevaba 2 semanas de clase y le encantaba lo que estaba haciendo. Incluso ella se había sorprendido de lo bien que llevaba todos los cambios que habían ocurrido esas últimas semanas.

En clase habían empezado a hacer actuaciones. Como era la primera vez de muchos subiéndose a un escenario, los profesores decidieron que lo harían en parejas para no sentir tanta vergüenza, y por suerte a ella le había tocado con Agoney. Habían quedado bastante esos días para ensayar y había hecho muy buenas migas con él.

También había llevado bien el cambio de vivir en la residencia. Aunque muchas veces se sentía un poco sola y echaba de menos su casa, pero hablaba todos los días con ellos. Prácticamente todos los días estaba con alguno de sus compañeros comiendo, yendo al gimnasio juntos o simplemente dando una vuelta para despejarse.

Estaba volviendo de la facultad con Agoney y Amaia cuando le llegó una llamada. En la pantalla vio el nombre de Mimi y lo cogió. Esas semanas estuvieron constantemente hablando por Instagram, así que le pilló un poco por sorpresa que la llamase por teléfono. También se habían visto alguna vez cuando Mimi venía alguna vez a la residencia o quedando con los demás.

- Hola reina, ¿Dónde estás?

- Volviendo a la residencia, acabo de salir de clase, ¿por?

- Nada, te espero en la entrada de la residencia.

Nada más decir eso colgó. Se preguntó qué narices hacia allí, y pensó que a lo mejor había quedado con Ricky y este aún no habría llegado.

Cuando llegaron a la residencia Mimi estaba sentada en las escaleras mirando el teléfono. Iba cargada con una mochila, una bolsa de fieltro y otro bolso pequeño, parecía que se iba de acampada. Al verla llegar sonrió, se levantó y fue corriendo a darle un beso en la mejilla. Saludó también a Amaia y Agoney, que justo después se fueron para ir a comer. Las rubias se quedaron solas y Mimi le hizo un gesto a Miriam para que entrasen también a la residencia.

Estaban llegando a su habitación cuando iba a preguntarle qué estaba haciendo allí cuando Mimi sacó un tupper de su bolso, y se dio cuenta de lo que había venido a hacer.

Al entrar en su cuarto dejaron las cosas sobre la cama y se lavaron las manos para poder ponerse a comer. A pesar de que Miriam había entrado primero en su baño Mimi entró detrás suya, dejándolas a las dos apretujadas en el pequeño baño sin casi espacio para lavarse las manos, lo que hizo que la gallega le diese un codazo y una mirada de desaprobación. Mimi al cogió por las mejillas con las manos mojadas y le dio un beso en la nariz.

- Eres más rara que un perro verde. – le dijo Miriam cuando ya habían salido del baño y se pusieron a calentar la comida.

Por suerte, Miriam se solía hacer la comida la noche anterior ya que siempre llegaba a la hora de comer con muchísima hambre y no tenía paciencia para esperar a que se hiciese le comida.

- ¿Se puede saber qué haces aquí?

- Comer – dijo Mimi habiendo un gesto de obviedad

- Claro, como no hay más sitios en el mundo

- Es que tengo prácticas por la tarde y me tenía que quedar en la uni.

- Pues come en la cafetería de la facultad.

- No, que hay que hacer cola para calentar la comida y no quiero.

- ¿Y por eso tienes que venir a molestarme a mí? – le preguntó vacilándola

- Pero si me adoras. Si no que ibas a hacer, ¿comer sola?, eso produce depresión.

Todas las flores / Miriam2Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum