Capítulo 35: Canarias (parte II)

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Era el segundo día de Miriam en las islas.

Habían quedado los 4 juntos para ir pasar el día a la playa y, aunque Miriam se había levantado bastante cansada debido a que la noche anterior había alargado la cena lo máximo posible para pasar el tiempo con sus amigos y su novia, se espabiló nada más acordarse de los planes que tenía ese día.

Solo con pensar que Mimi había venido hasta Canarias para darle una sorpresa se le ponía una sonrisa tonta en la cara.

- ¿Qué? ¿Pensando en cómo le vas a comer la boca a tu novia en cuanto la veas? – la sacó de sus pensamientos un Agoney medio dormido desde la otra cama.

Por supuesto que el canario se ganó una peineta de su parte.

- Claro, ayer no pudieron echar el polvo de reencuentro y la leona se ha levantado de mal humor.

Una almohada voló a través de la habitación y cayó en la cara de Agoney.

- ¿Alguien se ha levantado con el tonto subido o qué? – le regañó Miriam

- No, pero parece una telenovela. La chica que recorre medio mundo para ver a su amante.

- Oye perdona, de amante nada. Yo aquí soy su NOVIA. – se picó en seguida la gallega volviendo a lanzarle la otra almohada que tenía. 

-.oOo.-

Los cuatro amigos dejaron las toallas sobre la arena formando un rectángulo.

Mimi fue la primera en salir corriendo hacia el agua, quitándose la camiseta y los pantalones a medio camino de la orilla y dejándolos tirados en la arena.

Miriam rodó los ojos y empezó a quitarse la ropa, doblarla y guardarla cuidadosamente en la mochila para que no se llenase de arena. Iba a dirigirse hacia la orilla cuando unos brazos empapados la cogieron por la cintura y la levantaron al aire mientras la dirigían a la orilla al grito de "¡Al agua patos!"

- ¡Mimi! ¡El pelo! – consiguió gritar antes de caer de lleno al agua.

- Precioso lo tienes, y ahora también está mojado – la oyó reír en cuanto pudo sacar la cabeza del agua.

Sin dudarlo, la cogió por la parte trasera de las rodillas haciendo que cayese al agua de espaldas y hacerle una aguadilla.

A su guerra de agua no tardaron en unirse Ana y Agoney. No fue hasta que ya habían tragado tanta agua salada por las carcajadas que decidieron volver a las toallas y beber algo para rehidratarse.

Sacaron patatas, refrescos y una baraja de cartas. La mañana estaba pasando tranquila, y de no ser porque Miriam les recordaba de vez en cuando que se pusieran crema, ninguno de los cuatro se habría movido de allí.

- Mimi, te estás quemando, échate crema.

- Me acabo de echar crema hace menos de 10 minutos, no me voy a quemar.

- Pues tienes la espalda roja.

Solamente para que dejase de llamarle la atención Mimi le tendió el spray con crema para que se la echase en la espalda.

- Nos quedamos sin agua – dijo Ana levantando la botella vacía - Voy a ir a comprar otra, ¿Van a querer algo?

- Espera que voy contigo, así les dejamos algo de intimidad a los tortolitos.

Tras una mirada de agradecimiento por parte de Mimi y una mirada de odio de Miriam los canarios se vistieron y se alejaron de las toallas.

Miriam continúo con la tarea de echarle crema en la espalda a Mimi. Se sentó encima de su trasero para estar más cómoda y le pulverizó un par de veces con crema, haciendo que la rubia se removiese incómoda por el frío de la crema.

Le fue esparciendo la crema por toda la espalda, aunque cuando terminó de esparcirle la crema siguió moviendo sus manos masajeando alguna contractura que la rubia tenía en la espalda, lo que hizo que ésta soltase algún que otro gemido.

- No hagas eso – la riñó Miriam

- Pues no me hagas masajes, coño. Que estaba súper tranquila sin hacer nada.

- Ya, ya dirás poniéndome súper cachonda... - dijo levantando una ceja

Aunque Miriam no la pudiese ver la cara, sabía que Mimi estaba sonriendo.

- Oye, que yo eso lo soluciono fácilmente, eh – le contestó dándose la vuelta sin quitar a Miriam de encima suya.

- Ya bueno, te recuerdo que estamos en una playa con más gente. –dijo Miriam liberándose de su agarre para tumbarse al lado suyo.

- Bueno, el agua está muy turbia, seguro que no nos ve nadie...

Miriam solo pudo resoplar ante las ideas descabelladas de su novia.

- No si al final tendré que pedirle a Ana que me deje su casa sola una tarde... - murmuró la rubia.

- Ni se te ocurra eh. Que encima que la pobre te ha ayudado con esta locura no vas a convertir su casa en un picadero – se alteró Miriam.

- Es verdad, mejor se lo pedimos a Agoney, que es así como más liberal...

La gallega no pudo contener la risa ante el comentario.

Pasaron unos minutos más acariciándose la una a la otra hasta que sus amigos las interrumpieron.

- ¿Nos volvemos a ir o ya habéis terminado de traumatizar a toda la gente de la playa?

- De eso quería yo hablarte... ¿Tu no nos dejarías tu...? – Mimi no consiguió terminar de decir la frase que estaba en su boca porque la mano de Miriam fue directa a tapársela.

Agoney, riéndose de la situación intuyendo como seguía la petición de Mimi le contestó:

- Pues no chica, si yo no follo ustedes tampoco, aquí sufrimos todos. O me consiguen a mí también ligue esta noche o nada. – bromeó el canario

Miriam estaba ojiplática, roja y sin saber que decir ante las locuras de sus amigos. No respondió hasta que sintió la lengua de Mimi lamer la palma de su mano, que seguía tapándole la boca.

- Sabes raro, estas salada y amarga. Pero creo que necesitas un poco más de sal. – dijo Mimi levantándose y haciéndole un gesto a Ana y Agoney para que la ayudasen.

Y así, arrastrada por sus amigos, Miriam volvió a acabar medio mojada por el agua, mientras sus amigos aprovechaban para reírse de ella.


Todas las flores / Miriam2Where stories live. Discover now