Capítulo 38: Canarias (parte V)

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Las 11:15 y Miriam ya estaba asumiendo que Mimi ya estaría en alguna parte del aeropuerto buscando su puerta de embarque y sin haber podido hablar con ella. Debido a un pequeño atasco el autobús se retrasó un poco más de lo que esperaban y habían llegado más tarde al aeropuerto.

Agoney estaba al lado suya sin saber muy bien que decirle para animarla. O al menos hasta que vio a cierta canaria esperando con un maletón en una esquina del aeropuerto.

- ¡Miriam! ¡Allá está Ana!

Se pegaron la carrera de su vida hasta llegar a donde estaba la canaria. Después de un pequeño saludo Miriam consiguió preguntar casi sin aliento

- ¿Y Mimi?

Ana señaló la puerta del aseo que había al lado suya. En el fondo agradeció tener que esperar a que saliese, al menos así podría recomponer el aliento por la carrera que se había pegado.

- Esta loca del coño va a perder el vuelto como no salga ya... - dijo mirando la hora en su móvil

- Más bien tú vas a perder la cabeza como no salga ya – bromeó la canaria.

Nada más decir eso Mimi salió del baño.

Al igual que la gallega, parecía que había dormido poco aquella noche, además de que indicaba que en esos momentos no estaba de buen humor, aunque sí que se le iluminó un poco la mirada al ver a su novia plantada en frente suya.

- Hola – susurró la gallega

- ¿Qué haces aquí?

- No me contestabas a los mensajes y quería pedirte perdón por como reaccioné ayer

Mimi estaba visiblemente incomoda con la situación.

- ¿Podemos hablar un momento a solas? – preguntó dirigiéndose a los canarios, que asintieron antes de alejarse unos pasos de ellas.

- Miriam... - comenzó a hablar la rubia

- Perdón por lo de anoche – la cortó la gallega

- Lo sé, lo has repetido ya mil veces – susurró Mimi intentando suavizar sus palabras

- ¿Y entonces por qué no me dijiste nada de vuelta?

Tras unos segundos callada Mimi cogió aire antes de volver a hablar.

- Porque te has comportado como una imbécil y no sabía cómo responderte sin soltarte yo también una burrada.

Miriam la comprendía, pero a la vez sus palabras le estaban sentando como un balazo en el pecho.

- Mira, ha sido una nochecita complicada, para las dos, y creo que ambas estamos en la mierda. – explicó Mimi – Lo mejor es que nos tranquilicemos las dos y después hablemos con calma.

Miriam asintió, sabiendo que en el fondo sabía que tenía razón. Con el carácter que tenían las dos lo mejor era no jugársela porque podrían acabar diciendo cosas de las que podrían arrepentirse.

Mimi, al darse cuenta de que la gallega no se movía se acercó a ella y la abrazó con fuerza.

- Me tengo que ir, que si no pierdo el avión. Hablamos estos días, ¿vale? – se despidió Mimi, con un tono demasiado seco.

La gallega solo pudo asentir con la cabeza, aún sin ser consciente que esa conversación no iba a ocurrir. 



Todas las flores / Miriam2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora