Capítulo 25: Reyes

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En cuanto llegaron a casa de Mimi y a abrieron la puerta un fuerte olor a comida llegó a las fosas nasales de la gallega, haciendo que le sonasen las tripas. Era lógico, puesto que eran casi las 22h de la noche y llevaba sin comer nada desde la 13h, que había salido de su casa en Galicia para poder coger el bus y volver a Madrid.

Siguió a la rubia hasta la cocina, donde estaba su madre con dándole vueltas a una olla con una cuchara de madera.

- ¿Qué hay para cenar? – le preguntó Mimi dándole un beso en la mejilla a su madre.

- Sopita de pollo – Le contestó girándose y yendo a saludar también a Miriam - Feliz año guapa, ¿Qué tal las fiestas?

- Hola Inma. – dijo devolviéndole el abrazo – Genial todo, hacía falta un poco de desconexión. ¿Vosotras qué tal?

- Bien, igual, un poco de descanso y a volver al trabajo. – le contestó volviendo a remover la olla.

Mimi sonreía de espaldas a las dos mujeres. Le encantaba que se llevasen bien. Aunque no habían coincidido demasiadas veces, las pocas que lo habían hecho se notaba que Inma le había cogido cariño a la gallega. Sobre todo, cuando Mimi le contó que tenía que volver a casa el día de antes de reyes porque no había más billetes de tren y, sin dudarlo ni un segundo, su madre la invitó a que se quedase con ellas para no pasar la noche sola.

Mientras Inma terminaba de hacer la sopa, la pareja se puso a poner la mesa.

La cena transcurrió tranquila, hablando de lo que habían hecho esas fiestas, Inma le preguntó sobre su carrera, se quejaron un poco del calendario que tenían de exámenes...

En cuanto terminaron de recoger la mesa se fueron a la habitación de Mimi para prepararse e irse a dormir.

-.oOo.-

Las 6h de la mañana y Miriam se despertó cuando sintió a alguien pasarle por encima. Se acordó de que estaba durmiendo en casa de Mimi y se incorporó un poco para ver que estaba sucediendo.

- Perdón, tenía que ir al baño y te he despertado sin querer. Duérmete. – dijo Mimi volviendo a tumbarse al lado suya.

Y eso hizo casi sin darse cuenta, se volvió a tumbar y en menos de un minuto ya volvía a estar dormida.

-.oOo.-

A las 9h, la pareja se fue despertando. O más bien fue Miriam la que se despertó primero y al abrir los ojos vio una caja al lado de la cama con una rama de árbol mal puesta encima. Empezó a acariciar el brazo de su novia para despertarla y preguntarle que qué era eso. Poco a poco, Mimi se fue desperezando, pero aun sin ganas de levantarse, así que se quedó tumbada encima de la gallega.

- ¿Qué es eso? – preguntó Miriam señalando la caja que había al lado de la cama

- Los reyes, que son muy listos y sabían que tenían que dejar aquí tu regalo – le contestó Mimi aun sin abrir los ojos, pero sabiendo a que se refería.

Miriam se quedó mirando la caja sonriendo tontamente.

- No tenías que haber comprado nada – dijo pensando en que ella no le había traído nada, sintiéndose un poco culpable.

- Yo no he comprado nada, han sido los reyes. – le contestó Mimi, por fin incorporándose y apoyándose en un codo. – Ábrelo, ¿no? – dijo haciéndole un gesto con la mano.

Se levantó perezosamente de la cama y se sentó en el suelo, mientras Mimi la miraba desde la cama.

- ¿La ramita qué es?

- El árbol de navidad, que no lo tenemos puesto, pero para que supiesen donde dejar el regalo.

Miriam se rio y negó con la cabeza ante la ocurrencia de la rubia y se dispuso a abrir la caja. Dentro había un peluche de león de un tamaño considerable. Era tan suave que se quedó abrazada a él. Se fijó que en las pequeñas orejas del peluche había enganchados unos pendientes con forma de notas musicales.

Sin dudarlo ni un segundo saltó a la cama para abrazar a Mimi y darle las gracias por el regalo. Empezó a llenarle la cara de besos.

- Oye, si te vas a poner así, por mí los reyes pueden venir todos los días.

- Ahora me siento mal porque yo no te compré nada.

- A mí con que me des muchos besitos me vale.

Y los besos fueron bajando desde la boca al cuello, volviendo a subir un poco hasta su oreja y tornándose poco a poco más y más húmedos.

Sin que la rubia se diese casi cuenta, la mano de su novia estaba metiéndose en sus pantalones. Miriam no se molestó ni en quitárselos. Comenzó a acariciarla por encima de las bragas, pero en cuanto notó la humedad que se le estaba formando no tardo en apartarlas.

Siguió besándola mientras le introducía los dedos lentamente, silenciando un poco el gemido que iba a salir de su boca. Poco a poco, el vaivén se fue acelerando, mientras que la rubia se iba quedando sin respiración, hasta que finalmente se perdió en entre las sabanas y los besos de su novia.

En cuanto pudo recuperar un poco la compostura, fue ella la que bajó poco a poco las manos hasta llegar al culo de Miriam, apretándolo un poco haciendo que la gallega se revolviese al lado suya, y después siguió bajando llevándose los pantalones a su paso.

Con un leve movimiento cogiéndola por las rodillas consiguió ponerse encima de Miriam, y su mano volvió a subir por su muslo hasta llegar a su entrepierna. Casi como si fuese un acto reflejo Miriam abrió levemente las piernas, haciendo sonreír a Mimi con el gesto. Al introducir los dedos en su interior Miriam comenzó a estremecerse.

- Dios, es que eres adictiva – le susurró al oído.

Si algo había prendido en los meses que llevaban juntas es que el cuello era el punto débil de la gallega, así que no dudó en saltar a besarlo, morderlo y acariciarlo. Miriam tampoco tardó demasiado en llegar al orgasmo, soltando varios gemidos sin apenas darse cuenta.

Una vez ambas se recuperaron un poco, Mimi le pegó un pequeño azote a su novia antes de levantarse de la cama y anunciar:

- Venga, que me ha entrado hambre y hay roscón para desayunar.

Y eso hicieron, se levantaron y se dirigieron a la cocina donde se sirvieron sus respectivos pedazos de roscones y tazas de café.

Sin embargo, la cara de ambas se quedó un poco petrificada cuando Inma apareció por la puerta, sirviéndose también el desayuno.

- ¿Qué os pasa niñas? Que parece que habéis visto un fantasma. - dijo al ver las caras que se les había quedado

- Es que estamos aún un poco dormidas, mamá – las defendió Mimi

Dormidas, precisamente no estaban. Se relajaron un poco cuando terminaron de desayunar y volvieron a la habitación de Mimi.

- Joder, que se me había olvidado que estaba en casa. Que por las mañanas siempre se va a trabajar, pero claro, hoy es fiesta... - dijo Mimi apartándose el pelo de la cara.

- ¿Tú crees que nos habrá oído?

- No creo. Siendo mi madre como es nos habría dicho ya algo. Pero por dios, que vergüenza. Que no me he dado cuenta de que estaba. Claro, si es que siempre lo hacemos en tu habitación.

- Bueno, mejor no pensar mucho en eso. – dijo la gallega intentando quitarle hielo al asunto, aunque su cara seguía llena de agobio, igual que la de su novia.

Sus miradas de preocupación de cruzaron durante un segundo, lo que las hizo estallar a las dos en una risa nerviosa, antes de decidir cambiarse y coger sus cosas para salir pitando de la casa de Mimi y relajarse un poquito.

Todas las flores / Miriam2Where stories live. Discover now