Post cuarentena I

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Kuroo y Kenma se encontraban recostados en el sofá viendo una película, hacía ya un mes que Kuroo tenia la escayola, los primeros días fueron complicados, Kuroo tenia que aprender a desenvolverse con la muleta, a llevar cosas con solo una mano, y a mantener el equilibrio con una sola pierna,  poco a poco le fue pillando el truco. Aprovechó todas las horas muertas en casa para limpiar, cocinar, aprender recetas nuevas, ver series y hasta jugar a los videojuegos de Kenma, varias veces a la semana salían a pasear un rato y a Kuroo le dolía en el alma no poder jugar con su pequeña en el parque.

Kenma había perdido el hilo de la peli y observó por el rabillo del ojo como Kuroo tampoco le estaba haciendo mucho caso a la pantalla. Alzó la cabeza y dejó un pequeño beso húmedo en el cuello del alfa. Estiró su espalda y dirigió su mano hasta la barbilla de Kuroo para girarla hacia el y besarlo con intensidad, mordiendo el labio inferior del alfa. Deslizó uno de sus muslos hacia el otro lado del sofá, quedando sentado sobre el regazo del aotro. Envolvió sus lángidos dedos sobre el borde de la camiseta de Kuro para luego deslizarla hacia arriba, deshaciéndose de la prenda a la vez que su nudillos acariciaban levemente el marcado abdomen. Los ojos de Kenma cayeron hacia abajo, conforme se iba desvelando la piel del alfa.

Kuroo observaba la expresión hambrienta de su marido, con sumo detenimiento y una ligera sonrisa de satisfacción en la cara. Kenma se inclinó hacia delante hasta rozar con sus labios el cuello del otro. Las manos de Kuroo cayeron en su cintura, acariciando con los pulgares su abdomen, subiendo hasta detenerse centímetros antes de llegar a sus pezones. La respiración de Kenma se detuvo un segundo, reanudándose mas fuerte al sentir el sutil tacto del pulgar de Kuroo en ellos.

Sus manos tantearon el borde del pantalón de kuroo hasta encontrar el bulto. Kenma lo acarició por encima de la tela, pero las manos de Kuroo lo obligaron a levantar los brazos para deshacerse de su camiseta. Sintió los labios húmedos de Kuroo en uno de sus pezones y su cuerpo se estremeció liberando un gemido. Se separó rápidamente evitando el contacto y miró la cara de Kuroo, concretamente, su sonrisa. Sus labios estaban juntos, curvados hacia arriba, dibujando esa sonrisa tan caracteristica del pelinegro.

Se levantó quedándose frente a el. Traccionó de sus pantalones hacia abajo quedando completamente desnudo frente al alfa, que abrió los ojos con hambre al ver a su omega desnudo.

Se agachó hacia el para juntar sus labios de nuevo, las manos de Kuroo posándose en su nuca, abrió la boca y deslizó su lengua en el interior para encontrarse con la de Kenma y perderse en la calidez de ésta. Kenma se separó para acercarse al oído del alfa

-Hoy solo podrás mirar.

Kuroo se lamió los labios pensando en lo que el omega podía tener preparado.

Kenma salió de la estancia para regresar con un cinturón en las manos, con las mejillas coloreadas de rojo con algo de vergüenza.

Los ojos de Kuroo se abrieron con sorpresa.

-Ken, creo que eso es demasiado. -Pronuncio con voz profunda.

El teñido rodeó el sofá quedando detrás de el.

-Dame las manos.- Ordenó.

El alfa hizo caso y sintió el cinturón al rededor de sus manos, esposándole.

-Donde aprendiste a usar así el cinturón?- Preguntó con burla.

Kenma elevó la pierna sana de Kuroo que estaba apoyada en la mesa de café junto a la otra, y la separó hacia un lado, apoyándola en el suelo, dejando un hueco entre ambas y situándose de pie allí.

Se dejó caer sobre sus rodillas, abriendo las piernas e inclinándose hacia delante apoyándose en una de sus manos. Con la otra rodeó su miembro con sus dedos, estremeciéndose por el contacto. Los ojos de Kuroo lo observaron con detalle, sin perderse ningún movimiento, Kenma comenzó a acariciar su miembro ya erecto, mojado en la punta con liquido preseminal. Evitó el contacto visual con Kuroo aquellos instantes, sus dientes apretaban su labio inferior para frenar los gemidos que se formaban en su garganta. Su rostro estaba cubierto por mechones de pelo que caían a los lados. Podía sentir los ojos de Kuroo clavados en el, su respiración profunda, ansiosa por levantarse y tocarlo, pero hoy castigaría a Kuroo hasta que suplicase por el.

Todo Capitán Necesita Su Armador [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora