Niñas

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Kenma estaba en el sofá tumbado con el portátil en su regazo trabajando en el inicio de un nuevo videojuego mientras Akira jugaba en el parque que tenían en el salón para que la pequeña jugase. Un breve sonido lo sacó de su trance y agarro el móvil para leer la notificación.

Dejando del laptop a un lado se levantó y vió que Akira demandaba atención para que este la cargara en brazos y evidentemente no pudo negárselo.

La casa estaba en silencio, como de costumbre a esas horas, concretamente después de comer cuando Kuroo dormía la siesta, solo o con Akira.

Golpeó dos veces suavemente a puerta y tras no hallar respuesta la abrió llamándolo.

Para su sorpresa, Kuroo no estaba allí. Se volvió y dirigió hacia el estudio, donde definitivamente debería de estar ya que si no, ¿dónde estaría?

-Kuro Akaashi me envió...-se quedó con las palabras en la boca al no encontrarlo allí. Suspiró con pesadez.

¿Dónde diablos estaba? ¿En el baño? Lo buscó por toda la casa, llamándolo repetidas veces ya que no le apetecía jugar a las escondidas en este momento.

Cansado de no encontrar al alfa, decidió regresar al salón.

-Uro.

Los ojos de kenma se abrieron como platos y se detuvo. La miro sorprendido y la pequeña comenzó a reírse a carcajadas al ver la cara de circunstancia de su madre.

Lo repitió de nuevo. -Uro!

Kenma no pudo evitar reírse con ella. Akira balbuceaba y decía algunas sílabas sueltas sin sentido y oírla aprender el nombre de Kuroo lo hizo inmensamente feliz.

-Papa se pondría muy pesado con esto, suerte que no está.

-¿Que no esta quién?- Se oyó la voz del gato negro por detrás.

Kenma se sobresaltó. -¡¿Donde estabas?! -Lo interrogó.

-Salí a bajar la basura, acabo de volver.- Hizo una pausa y dibujo una sonrisa. -Justo para oír a esta minina pronunciar mi nombre.

Se quedaron en silencio y Kenma señaló al alfa.

-Uro!

Ambos sonrieron. Kuroo cogió a Akira en brazos y señaló a Kenma.

-Kenma.- Le enseñó su padre.- Kenma.-

La pequeña lo miró confundida.

-Mma. Mmma.

-Bueno también le puedes llamar mamá.- Le explicó como si ella realmente lo entendiese. Pero para su sorpresa lo entendió perfectamente.

-Mamá!- Exclamó señalando al teñido.-  A Kenma le brillaron los ojos al verla decir eso.

-A mi también me puedes llamar papá.- Añadió el pelinegro.

Akira lo miro con extrañez. -Uroo?- Pronunció con un tono mas agudo, como si no estuviese segura. Kenma rompió a reír al presenciar aquello.

Kuroo se rió también. -Vale vale, puedes llamarme Kuro. -Cedió el alfa. La pequeña se puso contenta.

Tras aquel momento, a Kenma se le olvido por completo lo que tenia que decirle a su marido ya que pasaron el resto de la tarde enseñándole palabras a su hija o por lo menos intentándolo.

Los meses restantes pasaron volando. Kenma comenzo a entrenar y antes de lo esperado su pequeña ya iba a cumplir un año.

-¿Te parece bien si mañana vamos a comprarle el regalo a Akira?- Preguntó Kenma mientras ambos comían.

Todo Capitán Necesita Su Armador [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora