5. Preferir al demonio

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Hace 2 semanas que no veía a Paimon y estaba bien con ello, por supuesto, claro

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Hace 2 semanas que no veía a Paimon y estaba bien con ello, por supuesto, claro. En verdad no, me estaba mintiendo a mi mismo, eso no me gustaba para nada.

—¿Chocolate o vainilla?—preguntó Ariel.

—No lo se, en general solo como para que mi cuerpo funcione bien, no me preocupa mucho el sabor honestamente.—respondí mientras escribía sobre los pergaminos.

Todavía sentía mucha vergüenza por haber tenido un colapso mental frente a Paimon y para evitar topármelo no había vuelto a trabajar en el Purgatorio, no había salido del cielo en esas 2 semanas, estaba trabajando en el archivo, dedicándome a tareas administrativas. No era tan terrible, era un poco aburrido, pero había conocido a Ariel, un ángel que se dedicaba solamente a tareas administrativas, era bastante agradable y me gustaba poder llevarme bien con alguien más que Aurelia.

—Haniel, debes empezar a disfrutar los placeres de la vida, el chocolate entra en esa categoría.—me regañó lanzándome un pedazo de chocolate.

Solté una risita.

—Todos esos placeres son netamente temporales, no valen la pena, además en cualquier momento los arcángeles me vuelven incorpóreo y ahí nada de eso importará.—le expliqué.

—Tienes razón en ese aspecto, en algún momento eso ya no importará. Pero ahora ambos tenemos un cuerpos que nos permite disfrutar muchos placeres, el chocolate incluido, deberíamos aprovecharlo ¿no crees?—preguntó el.

—¿Y si cuando sea incorpóreo extraño esas cosas corpóreas?—me cuestione, ya no pensaba en el chocolate si no que en la vida en general, en todas esas cosas que tenían humanidad que perdería al volverme incorpóreo.

—Creo que vale la pena el riesgo, deberíamos vernos por ahí un día de estos, comer algo y charlar sobre los placeres que ofrece un cuerpo físico.—propuso Ariel con una brillante sonrisa.

En general no socializaba mucho con ángeles sin contar a Aurelia, tal vez seria agradable.

Iba a responderle, pero entonces llegó Aurelia junto a otro ángel, era una chica de cabello negro y liso, ojos pequeños con párpado simple y una encantadora sonrisa, creo que se llamaba Camelia.

—Será mejor que se vayan a descansar, un ángel guardián abandonó al humano que le corresponde cuidar y quedó un lío administrativo, estaremos unas horas tratando de solucionar el problema.—dijo Camelia.

—Ve Haniel y piensa en lo que te dije ¿si?—dijo Ariel.

Asentí sonriendo y seguí a Aurelia para irnos a nuestra habitación a descansar.

—Ese chico estaba coqueteando contigo.—susurró una vez que nos alejamos lo suficientemente de ellos.

—¿Qué? No, estas imaginando cosas, además si lo hiciera no tendría sentido, no es recomendable que los ángeles tengan relaciones sexo afectivas, al perder la humanidad complican las cosas.—murmuré.

—Al final es decisión tuya, pero al menos se consiente de que si estaba coqueteando contigo, quizás cuanta gente lo hace y tu no enterado—rio mi amiga—. En fin, si alguien que me gustará me lanzara indirectas, yo aceptaría sin dudarlo.

—¡Aurelia!—la regañe y luego abrí la boca impactado por mi descubrimiento—¿Te gusta Camelia?

Ella miró hacia otro lado evadiendo mi pregunta.

—Esta bien, solo se consiente de lo peligroso que puede ser tener esos sentimientos, no eres estúpida, creo que lo tienes claro.—bufé molesto.

—Hablando de estúpidos, me tope con Paimon en el bar y preguntó por ti.—dijo ella cambiando de tema.

Me tropecé con mis pies al escuchar su nombre.

—¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Qué te dijo?—pregunté intentando ocultar mi nerviosismo.

—Me entregó una carta, el chico se veía muy arrepentido por todo, deberías hablar con el, se veía que se sentía muy culpable.—dijo Aurelia.

Mordí mi labio ¿Debía de ir con el? Abrí la carta temblando.

“Querido Haniel:

No se muy bien como escribir esto, no se si quiera si debo hacerlo, pero aquí voy.

Perdón, primero que nada, perdón.

Nunca fue mi intención lastimarte, ni hacerte sentir mal al llevarte a las puertas del infierno, fue una impulsividad.

No se que me pasa cuando estoy contigo, tengo esa necesidad inmensa de ganarte, de demostrarte lo bueno que soy en todo.
No es una excusa, pero estoy tratando que me entiendas. Debí haberme dado de lo estúpido que era llevar a un ángel a las puertas del infierno.

Yo, solo te pido perdón. Entiendo que probablemente arruiné aún más la relación que llevamos, pero te pido que me vengas a ver al Bar Purgatorio para pedirte disculpas en  persona, solo para que este egoísta demonio pueda liberar un poco la culpa de su pecho. Si no quieres (cosa que comprendo perfectamente) te pido aunque sea que vuelvas a trabajar en el Purgatorio, odiaría que dejaras de hacer lo que te gusta por mi culpa.

-Atentamente, Paimon.

Miré a Aurelia, ella tenia razón, debía hablar con el.

A la salida del archivo de el cielo había un irritante querubín llamado Spring, de piel rosa y mejillas regordetas, le encantaba molestar a todos (aunque no lo admitiera).

—Perdición eterna a los pecadores, lo que les espera es una eternidad llena de tortura.—dijo Spring con su chillona voz infantil entre risitas.

Inhalé profundo y me despedí de mi amiga, era hora de ir al Bar Purgatorio.
 

Nota de la autora:

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Nota de la autora:

Ya pero la carta de Paimon🥺🥺🥺

Y cuando Aurelia dice "—Al final es decisión tuya, pero al menos se consiente de que si estaba coqueteando contigo, quizás cuanta gente lo hace y tu no enterado." BRO BRO.

También pido perdón, porque iba a publicar ayer y mi cabeza de pollo lo olvidó, como sea, ahora estaré publicando todos los lunes🤝

En el próximo capítulo veremos la charla de Haniel y Paimon :0

Nos vemos la próxima semana por el mismo canal🤝

  -Besitos gays, Juli

Ángeles y demonios se besan en el PurgatorioWhere stories live. Discover now