17. Los arcángeles

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Mis manos estaban sudadas, mi corazón galopeaba tanto que creía que se me iba a salir y sentía un nudo en el estómago

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Mis manos estaban sudadas, mi corazón galopeaba tanto que creía que se me iba a salir y sentía un nudo en el estómago. Era pésimo manejando los nervios. Un ángel salió por la puerta llorando, no era una buena señal.

—Siguiente: Ángel corpóreo Haniel —dijo una voz al otro lado de la puerta.

Los demás ángeles que estaban esperando que los atendieran me miraron con lastima. Me levanté de la silla y entré al gran salón blanco. Caminé por la larga alfombra blanca y me detuve frente a los altos arcángeles que me miraban desde sus tronos elevados.

—Hace unos meses fue tu última evaluación, decidimos que a pesar de tu excelente desempeño aún no comprendías totalmente a la humanidad, así que no estabas preparado para ser un ser incorpóreo ¿Estás listo para ser juzgado nuevamente? —preguntó el arcángel Hermes.

Me aterraba la idea de que juzgarán mi espíritu, pero lo bueno es que no podían ver mis pensamientos, solo juzgaban cosas como la bondad, empatía y otros datos respecto a mis sentimientos y cualidades. Juzgaban cosas generales, no específicas.

—Lo estoy —respondí firme.

Los 7 arcángeles me miraron con sus ojos completamente dorados, levantaron sus manos a la vez y alumbraron con la luz que salía de sus palmas al centro de mi pecho. Me estaban juzgando y aquello me aterraba ¿Y si había algo mal en mi?

La arcángel Isis me dio una especie de sonrisa en su borrosa silueta.

—Has mejorado bastante Haniel, aún no lo suficiente como para volverte incorpóreo, pero si es un gran avance, es probable que en unos meses ya estas listo.

Debí haberme sentido bien, aquello era lo que deseaba desde el comienzo de mi existencia, dejar atrás mis sentimientos y mi humanidad ¿Entonces por qué sentía una presión en mi pecho y un nudo en la garganta cargado de ansiedad revuelta entre gotas de miedo?

—Felicidades.

Agradecí como puede, solo quería salir de ahí.

—Yo te acompaño a la salida —dijo el arcángel Gabriel.

El arcángel flotó a mi lado mientras yo caminaba por la larga alfombra hacia la salida. Hubiera preferido salir solo, pero entre él y los demás arcángeles, lo preferiría a él. Era el único que no se veía tan lejano y aterrador, no lo se, su imagen no era tan amenazante.

—¿Es esto lo que quieres? —preguntó rompiendo el silencio.

Lo miré confundido.

—¿En verdad estas seguro de querer volverte un ángel incorpóreo? ¿Estás seguro de querer perder tu humanidad?

Pánico.

—Claro, es para lo que fui hecho —tartamudeé.

Él me miró con algo de reproche.

Ángeles y demonios se besan en el PurgatorioWhere stories live. Discover now